El Entrego, J. A.VEGA

Una soleada y calurosa tarde de mayo, un colegio de postguerra sin patio, una taza de café, un ponente que presume de sus amigos y comienza dando las gracias al público por su calidez, no suelen ser elementos asociados a la novela negra. Pero esta fue la manera en la que comenzó la conferencia del escritor Andreu Martín en la Casa de Cultura de El Entrego celebrada el pasado viernes. Bajo el título «La relación entre ficción y realidad» el acto estuvo organizado por la asociación Cauce del Nalón en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. El escritor fue presentado por Miguel Ángel Martínez, presidente de Cauce, y Alejandro Martínez Gallo, escritor. Gallo dijo que Martín «es un clásico de la novela negra en el sentido de que todas sus novelas envejecen bien» y que «tenemos una deuda de gratitud con él» porque con su novela «Prótesis» demostró que se puede hacer crítica social y ambientar las novelas en las calles españolas.

Martín comentó que comenzó a escribir jugando a ello porque el colegio en el que estudiaba no tenía patio. Así que la diversión consistía en jugar a contar aventuras que hacían referencias a las películas y cuentos que habían visto como «Las novias de Drácula» con la que siempre triunfaba el joven Andreu. De ahí a la escritura solo había un camino, el cuarto en el que comenzó a escribir las aventuras que contaba, diseñando la portada, poniéndole precio («muy catalán») e incluyendo la referencia de títulos de próxima aparición. Aunque, como no estaban escritas para ser leídas siempre acaban en la papelera. El escritor comentó que su hermana estuvo a punto de truncar su carrera cuando encontró una novela y la leyó a sus amigas, que se rieron. «Eso demuestra lo cruel que puede ser tu hermana», apostilló en tono burlesco.

Pero Martín recuperó la inquietud con la lectura de los clásicos de la novela negra. Al enfrentarse a su tercera novela decidió buscar la realidad, algo que la gente asocia directamente a la frase «la realidad siempre supera la ficción». El autor comentó que «es una frase que cabrea y deprime a todo novelista porque tratas de superarte las 24 horas del día, y la realidad va y te supera». Señalo que la realidad es inverosímil, «leemos el periódico y pensamos en las cosas tan raras que pasan». Por eso insistió en que la ficción toma la realidad, la reinterpreta y tiene que darle verosimilitud.

Y para demostrarlo puso varios ejemplos de sus novelas como «Piel de policía» que escribió junto con Carles Quílez, periodista de la SER. Decidieron escribir una novela de ficción con casos reales como el de un estafador que ingresó en la cárcel Modelo y a los dos días se fugó. El lector se imaginará que lo hizo con un pan con una lima dentro, serrando los barrotes y descolgándose en unas sábanas. Pero no fue así y al contar lo que realmente había ocurrido el lector no se lo creía. Y es que el preso tenía que llevar una taza de café al director de la cárcel. Martín describió con detalles el patio de la prisión de Barcelona que ese día estaba lleno de abogados y familiares de reclusos. El preso se bebió el café, fue a la puerta y dijo que iba a devolver la taza al bar de enfrente. Le abrieron la puerta y se fue. «Es una de las cosas más difíciles que he tenido que escribir nunca», confesó.

El escritor dio pistas a los espectadores sobre cómo escribir «agarrando la realidad y bajándola al terreno de la verosimilitud» porque historias reales como las de caso Gürtell o la de Millet y el Palau de la Música no son material para una buena novela. Simplemente «se trata de chorizos a los que se confió dinero y se lo quedaron». Así que para escribir una buena novela hay que buscar detrás de lo que te dicen y buscar un equilibrio entre el juego de la ficción y el análisis de la realidad. Y ese elogio del juego en la escritura que ya utilizaba Edgar Alan Poe, «es la base de la novela negra» porque «el juego de la deducción produce placer». Además del juego, otra de las funciones de la novela negra es quitar los miedos. Utilizando el tono irónico, Martín finalizó su intervención diciendo que «mi mujer que es psicóloga dice que es mejor que escriba sobre sucesos negros, porque mientras tanto no lo haré yo».