Ciaño, al sureste del concejo langreano, capital eclesiástica de la demarcación durante siglos, censa en la actualidad 5.000 habitantes, 3.000 en el casco urbano, ubicada en terreno llano a 200 metros de altitud, pero no siempre ha sido así. En el año 1826, censaba 1.780 habitantes, dedicados al cultivo del trigo, maíz, centeno y fabes. En el término se localiza el Pozo María Luisa, estandarte del Valle del Nalón, en gran parte debido a la popularidad de una canción alusiva a los trabajos mineros.

De origen medieval, se la cita de una manera oficial en el año 1175, pero a mediados del siglo XI una docena de infanzones -nobles hidalgos de señoríos limitados- plantean al rey Alfonso VI «El Bravo» (1065-1109) un proceso por la entrega del concejo de Langreo al obispado de Oviedo, actuando de árbitro Rodrigo Díaz de Vivar «El Cid». Pero no se celebraron las justas para dirimir la contienda, gracias a los buenos oficios de la soberana Dª Urraca, reina de Castilla y León (1081-1126). De esa acción se gestaron los galardones «Infanzones del Nalón», organizados desde hace nueve años por la directiva presidida por José Mª Rodríguez Álvarez.

La Iglesia de San Esteban, con portada románica del siglo XII, declarada monumento histórico artístico y bien de interés cultural, fue reformada en el siglo XVII y a principios del veinte. La leyenda nos ha legado las vicisitudes habidas con motivo de la edificación de la Ermita de «El Carbayu» (Patrona de Langreo) en el año 1587, causadas por la indicación del lugar para construirla; restaurada en el siglo XVIII y nueva rehabilitación en 1975. En su onomástica -8 de septiembre- hay una gran afluencia de romeros y que en pretéritos años, se realizaba caminando desde la Plaza de La Salve, en procesión, participando la totalidad de los vecinos. La denominada Casa de Cimadevilla y Palacio de San Feliz (1745), perteneciente a la familia Valdés, es de estilo barroco, ostentando en su patio la capilla de corte neogótico, con dos retablos recargados de adornos, de la escuela castellana. Desde 1947 se configuró en él el asilo de los Hermanos Desamparados, regido por siete Hermanas de la Caridad, 21 profesionales y 80 ancianos albergados.

Ha sido mayorazgo de la familia Buelga (1598), general de los ejércitos, con asentamiento en el lugar, en la casona nombrada también como de García Bernardo, sita en la zona apodada «El Campón», lugar residencial antaño de preeminentes linajes y alcurnias, heredad dedicada a las faenas del campo, conteniendo vivienda, cuadra, cobertizo para el forraje, amén de aberturas defensivas, totalizando 1.500 metros cuadrados. Fernando, hijo de Pedro García de la Buelga y de la marquesa de Argüelles Meres -oriunda de Siero- legó en su testamento el título a sus sucesores, condicionando al mantenimiento del primer apellido, herederos que fueron edificando la mayoría de las 400 casas ubicadas en Ciaño. La fachada principal -orientada al norte- ostenta en su centro el escudo de armas de los Buelgas y de los Sanfrechosos; reedificada en 1777 fue rehabilitada (1991-1995) por los alumnos de la Escuela-Taller Fucomi; ocupada hasta la década de los setenta del Siglo XX, fue adquirida por el Ayuntamiento en 1986, junto con la «Torre de La Quintana», hoy Instituto de ESO y Formación Profesional y cedida a la Universidad de Oviedo que la explota como Aula de Extensión Universitaria, abarcando un molino, casa para los guardeses, panera y una especie de recinto habilitado como horno de pan, biblioteca de mil volúmenes, veinte ordenadores que permiten la conexión con todas las partes del mundo y hermanados con diez asociaciones de enseñanza superior

La designada «Casa de los Alberti», calificada como la del notario Toribio de La Buelga Ciaño en el siglo XVII tiene una gran superficie y 760 metros construidos, alcanzado el espacio hasta el río Villar. Su último propietario fue Fernando Alberti de La Torre y reformada y habilitada en 2003, además se instaló un hórreo en 2009, montado pieza a pieza. Es centro de la lengua y folclore asturiano, y detenta una biblioteca especializada en Cultura del Principado, donde eruditos y estudiosos pueden asistir a consultar, amén de espacios para la lectura, área expositiva, aposento para reuniones y organización de eventos culturales. Todo ello a disposición de los langreanos. Como dato anecdótico se puede admirar una exhibición de acordeones, instrumento musical tan del gusto de manipular por los asturianos en un pasado reciente.