«No se puede influir sobre la nutrición porque es un proceso interno, pero sí se puede decidir sobre numerosos aspectos que afectan a la alimentación, como qué comprar, cuánta cantidad, cómo se va a preparar y en qué momento se va a consumir». Esta afirmación corresponde a Silvia Fernández, psicóloga educativa y pedagoga terapeuta, que impartió una charla sobre alimentación saludable y educación nutricional en el centro social de Barredos. Su intervención estaba enmarcada en el ciclo «Familias y Educación», organizado por la Concejalía de Educación del Ayuntamiento de Laviana en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.

La ponente comenzó su intervención describiendo la nutrición como «el conjunto de procesos que experimentan los alimentos en el organismo para liberar los nutrientes que ayudan a cumplir las distintas funciones corporales». La alimentación, por su parte, engloba las actividades que el hombre desarrolla para cubrir sus necesidades alimentarias. Así que indicó que «engloba todo lo referente a la producción, comercialización, transformación (ya sea industrial o doméstica), y la conservación».

La ponente recordó que la alimentación «influye de modo decisivo en la salud, y algunos alimentos pueden prevenir la aparición de ciertas enfermedades». En otros casos, «la situación puede tornarse y predisponer a padecer ciertas patologías». En ese sentido, reseñó que las alteraciones alimentarias «pueden conducir en supuestos deficitarios a la malnutrición o la anorexia nerviosa, a infecciones, déficit de desarrollo físico o intelectual, alteraciones en la cicatrización de heridas y una más variada panoplia de alteraciones». Pero también aparecen cuando hay exceso alimentario, «lo que se traduce con frecuencia en obesidad y la elevación de factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes o el colesterol», destacó. Fernández comentó al público asistente que la educación nutricional «puede conducir a la adquisición de unos hábitos alimentarios correctos y a la modificación de actitudes y comportamientos negativos», lo que se convierte en un factor indispensable si se pretende conseguir un buen estado de salud.

Fernández considera que todo programa de educación nutricional «debería seguir un desarrollo en tres fases: Cognoscitiva, de intervención y de evaluación», para valorar «la adquisición de los conocimientos teóricos básicos sobre nutrición, adquisición de comportamientos alimenticios adecuados y cambios hacia actitudes idóneas que perduren en el tiempo». De este modo, patologías como la inapetencia o la obesidad «se pueden afrontar desde el ámbito familiar y, para otras, como la anorexia nerviosa o la bulimia, que deben ser tratadas por profesionales del ámbito sanitario, pueden adoptarse medidas de prevención y detección».