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"Soy un coleccionista de sensaciones", afirma el escritor José María Ruilópez

El autor presentó en Pola de Laviana el libro "Todo fue en La Habana", que está ambientado en la Cuba actual

Por la izquierda, J. A. Vega, J. M. Ruilópez, Albino Suárez y Francisco Trinidad. J. R. Silveira

"Encuentros amorosos enmarcados en situaciones imprevistas llenas de intrigas y recelo". Así define José María Ruilópez su novela "Todo fue en La Habana", que fue presentada en el salón de actos del CIDAN de Pola de Laviana en el marco de las actividades del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. El autor estuvo acompañado por los escritores Albino Suárez y Francisco Trinidad. Suárez comentó que leyó el libro en busca de paralelismo con Alfonso Camín y se encontró con "un relato que mezcla hechos que pueden ser reales, aunque desdibujados, y muestra la precariedad en la que se vive en Cuba". Francisco Trinidad destacó que es "una narración que se mueve entre la novela de acción, al modo de Pío Baroja, y la novela de espacio". Incidió en los datos obtenidos por el autor de la realidad cubana e incluso de su actualidad más reciente. Trinidad señaló que es "una novela sólida y ponderada", de una extensión equilibrada en la que se cumple a rajatabla la vieja norma de exposición, nudo y desenlace.

José María Ruilópez, escritor y colaborador habitual de varios medios de comunicación regionales, es un viajero empedernido. De hecho, sus varias visitas a la isla caribeña le han hecho un buen conocedor de la sociedad cubana, base del libro. Esa sociedad se ve reflejada en los treinta personajes aparecidos en la narración, liderados por un empresario y un periodista, ambos de nacionalidad española. En este sentido, el autor concibe la novela como "un árbol con un tronco principal que es la historia de los españoles y muchas ramificaciones en forma de historias paralelas que coinciden en la solución definitiva de la trama". Para él, lo más dificultoso a la hora de escribir esta novela fue la lucha que tuvo que mantener contra sí mismo para evitar enamorarse de sus propios personajes. Así que ese riesgo de enamoramiento lo combatió desde "la crudeza de una realidad solo ficticia donde los hechos son producto de la imaginación y solo son ciertos en el conflictivo mundo de las neuronas".

El autor manifestó que quiso hacer una novela en la que se aglutinaran todos los elementos propios de una creación con un relieve más allá de la simple historia caribeña y se definió como "un coleccionista de sensaciones que poco a poco va formando una biblioteca de destinos invisibles".

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