La cocina era una cancha deportiva, el plato una paella y los comensales un grupo de medio centenar de profesores y estudiantes de intercambio de una decena de países europeos. El IES La Quintana de Ciaño se convirtió ayer en un fogón multicultural en el marco del programa "Comenius". La actividad formaba parte de la experiencia "History in our kitchen", con la que se pretenden comparar las tradiciones gastronómicas de diez países: Reino Unido, Croacia, Bulgaria, República Checa, Rumanía, Turquía, Italia, Hungría, Grecia y España.

Se cocinaron dos paellas mixtas, una con cerdo y langostino y otra con pollo y langostino. "Estamos haciendo dos porque hay algunos estudiantes musulmanes que no pueden comer cerdo. Ya se están acercando muchos estudiantes a intentar probar la paella, pero no les dejamos hasta que no esté lista", relataba con humor Marcos Morán, que, junto a Aida Lafuente (ambos estudiantes de la Escuela de Hostelería del IES de Moreda) se encargaron de dirigir el proceso, ayudados por dos exalumnos del IES La Quintana, uno de ellos de origen polaco, y un profesor y dos estudiantes de una escuela de hostelería de Italia. "El idioma de la cocina es universal. Nos entendemos con gestos y una sonrisa, no hace falta más", exponía Morán.

Martina Sgarbi, una de las estudiantes italianas, reconocía que era la primera vez que cocinaba una paella. "Me he comido alguna precocinada que compro en el supermercado, en Italia, pero esta huele mucho mejor", aseguraba con una sonrisa Sgarbi, que no escondía su intención de probar "la fabada y la sidra" en su paso por Asturias: "El proceso para hacer la paella no parece excesivamente complicado en comparación con otros platos, pero hay que echarle tiempo y paciencia para que quede bien por lo que estamos viendo porque hay muchos comensales".

Otro de los ayudantes de cocina fue Gregor Goraj. Este exalumno del IES La Quintana, que llegó a Langreo desde su Polonia natal con 14 años, se formó como cocinero en la escuela de Oviedo: "Me ha llamado mucho la atención el hecho de cocinar para tanta gente. En lugar de echar un muslo de pollo tienen que echar diez kilos y eso cambia las cosas".

Los estudiantes rumanos mostraron, por su parte, unos huevos pintos traídos desde su país. "Es una tradición implantada en muchos sitios de Europa y ha sido curioso poder ver cómo se hacen en Rumanía", indicó Manuel Carbajo, profesor del instituto.