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Los universitarios se pasan a la FP

Un número creciente de titulados sin trabajo acude a la Formación Profesional para ampliar y diversificar sus capacidades laborales y tratar de sortear el paro

Sandra Amieva, en una clase del centro langreano. FERNANDO RODRÍGUEZ

Javier Álvarez está casado y es natural de Gijón. Ingeniero técnico en topografía, trabajó durante más de una década en una importante empresa de construcción hasta que la crisis económica barrió el sector llevándose por delante miles de empleos, entre ellos el suyo. Ahora, con 41 años, Álvarez ha decidido retomar los libros y reciclarse para "cambiar de oficio". En esta ocasión el destino no ha sido la Universidad, sino la Formación Profesional. El suyo no es un caso aislado. Cada vez son más los titulados universitarios sin trabajo que acuden a la FP para incrementar sus capacidades profesionales o adquirir otras nuevas en campos desconocidos para ellos con el objeto de tratar de sortear el paro.

"El momento es complicado para todo el mundo, pero el mercado demanda ahora más gente con titulaciones de FP que universitarios. Puede que la bata blanca tenga más prestigio, pero lo que está dando trabajo es el mono azul", esgrime Manuel Fanjul, director del centro de Mantenimiento y Servicios a la Producción de FP de Langreo.

En este centro, Javier Álvarez desarrolla sus estudios del ciclo de grado superior de Mecatrónica industrial. "Necesitaba dar un giro porque no creo que vaya a volver a la construcción. Este es un ciclo nuevo que me llamó mucho la atención. Si lo piensas te das cuenta de que la robótica industrial está muy presente en la vida cotidiana, desde una escalera mecánica a la puerta de un garaje", explica este gijonés, que añade: "Mi mujer es funcionaria y eso te da cierto respaldo. Yo pienso que voy a invertir un año para conocer el oficio y prepararme bien".

Álvarez comparte clase con Ramón Fernández y Adrián Muñiz, que también pasaron por la Universidad antes de dirigir sus pasos hacia la FP. Fernández, ovetense de 27 años, licenciado en Administración Pública, no se lo pensó dos veces. "Trabajé dos años con un contrato de sustitución, pero después no encontré nada y viendo el clima laboral que había decidí dar el paso. Las ciencias sociales tienen un parón importante, hay que diversificar y adaptarse, no queda otra", explica Fernández, que compagina la FP con el estudio de idiomas "por si hay que marcharse".

Adrián Muñiz, vecino de Sama, tiene 22 años y ni siquiera ha esperado a acabar Administración de Empresas (le falta el proyecto de fin de carrera) para "buscar un plan B". "Mientras sacó el proyecto me matriculé en Mecatrónica para ampliar mi formación. La verdad es que se nota muchísimo la diferencia con la Universidad; aquí la formación es más directa, más cercana y mucho más práctica".

No sólo hay universitarios que regresan al pupitre. Sandra Amieva, de 23 años y natural de La Invernal (San Martín), estudia Eficiencia Energética tras haber cursado otros dos ciclos formativos previos. "No entiendo a los 'nini'. Puede que ahora no haya trabajo, pero si yo me quedara en casa sin hacer nada lo pasaría fatal. Por lo menos tienes que internar formarte lo mejor posible para buscar una oportunidad".

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