Una parcela de 200.000 metros cuadrados entre La Felguera y Barros salpicada de edificios que parecen salidos de una película postapocalíptica. Ése es el escenario que Mario Yáñez Aller, un joven arquitecto de La Felguera, escogió para dar forma a su tesina, elaborada bajo el epígrafe "Recuperación ambiental de baldíos industriales. El caso de la Sociedad Ibérica del Nitrógeno en Langreo". La elección no fue arbitraria. La degradación actual de El Nitrógeno, o Nitrastur, puede conducir al error de infravalorar su importancia. Se trata de uno de los conjuntos industriales abandonados más grandes de España y entre sus edificios se cuentan algunas de las muestras más representativas del movimiento moderno en Asturias, según la Fundación Docomomo Ibérico. También es la principal zona de expansión urbana de Langreo. En su investigación, Yáñez propone recuperar los terrenos con una serie de intervenciones medioambientales y urbanísticas y dar al conjunto nuevos usos con espacios para parques, zonas deportivas, plazas pavimentadas, instalaciones culturales, campos de cultivos, carril-bici, jardines, aparcamientos, viviendas, un centro de empresas y un hotel.

La construcción del conjunto data de 1954. Ese año se ponía en marcha un complejo de instalaciones dedicadas a la elaboración de amoníaco, ácido nítrico, ácido sulfúrico, nitrato amónico y nuevos fertilizantes para cultivos bajo la denominación de Sociedad Ibérica del Nitrógeno y más tarde de Nitratos Asturianos (Nitrastur). Poco antes del cierre fue absorbido por Explosivos Riotinto, que dedicó la actividad a la fabricación de pólvora y explosivos, reduciendo la producción de abonos. En 1997 la fábrica fue clausurada. La propiedad de los terrenos pasó a manos de Iberdrola y Regisa. En los últimos años han sido varias las propuestas lanzadas para dar uso a la parcela. En 2006, el entonces presidente regional, Vicente Álvarez Areces, anunció un gran complejo residencial y tecnológico para la zona que nunca llegó a cristalizar. La degradación ambiental y la contaminación de los terrenos ha sido uno de los mayores obstáculos para asumir nuevos usos.

Yáñez expone en su trabajo la necesidad de afrontar un profundo proceso de descontaminación antes de adoptar cualquier otra iniciativa, un procedimiento que debería incluir a su juicio un lavado de suelos, barreras vegetales y la plantación de árboles. En su propuesta de nuevos usos, el arquitecto langreano plantea un gran parque que, junto a praderas y masas arbustivas, disponga de plazas elevadas y recorridos peatonales.

También se propone crear equipamientos de uso deportivo (con el fin de recuperar el antiguo campo de fútbol), campos de cultivo en las zonas con menores concentraciones de elementos contaminantes y una barrera para aislar el conjunto de las vías de tren y el parque de carbones de la central térmica. Por otro lado, la tesina de Yáñez recoge la posibilidad de habilitar plazas pavimentadas para la organización de eventos, conciertos o mercadillos. También se valora la puesta en marcha de zonas de aparcamientos, utilizando algunos de los espacios destinados a este uso en la distribución original del complejo, y la reserva de un espacio dedicado a la utilización residencial dada la proximidad de las vías de comunicación y de las paradas de transporte público.

En el trabajo se profundiza en la reutilización de algunos de los edificios que se podrían recuperar y en la necesidad de construir otros de nueva planta. De esta forma, el autor de la tesina plantea crear una sala de exposiciones y eventos de gran escala en el primitivo almacén de abonos ternarios, así como otro equipamiento similar en el depósito de nitratos, el elemento catalogado de mayores dimensiones del complejo. Yáñez propone crear una cafetería; una biblioteca en el antiguo taller de abonos ternarios; un equipamiento para talleres y locales de ensayo en el almacén de materias primas; y un pabellón exterior cubierto en el parque de piritas y calizas.

Además, sugiere crear un depósito de recogida de aguas pluviales en la torre de refrigeración, una sala de congresos y auditorio en el almacén de sulfato amónico y un centro de empresas, de oficinas o servicios municipales en la zona destinada primitivamente a vestuarios, comedor y oficinas. En el antiguo taller de sulfato amónico habría un museo y centro de recepción. Asimismo, se proponen viviendas, un hotel en lo que fue la casa de ingenieros, una zona deportiva cubierta en el parque de carbón.