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La afición a la bebida regional

El coleccionista de sidra

El lavianés José Antonio Argüelles atesora la historia sidrera en 400 botellas etiquetadas de lagares, productores caseros y ediciones especiales

Algunas de las botellas con distinto etiquetado que Argüelles tiene en Les Portielles. FERNANDO GEIJO

Casi 400 botellas de sidra, todas ellas con sus distintas etiquetas. De llagares que existen y de llagares que dejaron de existir y ya están cerrados, de las distintas variedades de los productores que siguen en activo, de promociones especiales, incluso de algunos productores caseros que también quisieron etiquetar su bebida. La colección de botellas de sidra que custodia José Antonio Argüelles no para de crecer con cada nueva etiqueta sidrera que se pone en Asturias.

Su afición comenzó el año que empezó a etiquetarse la bebida regional, en 2001. Una serie de amigos fue ayudándole en la obtención de las botellas. "Entre las que tenía yo y me empezaron a traer ellos, la colección fue creciendo". Acabó convirtiéndose en auténtica dedicación. Jubilado de la mina -trabajó en el pozo Carrio-, la búsqueda de llagares, la investigación sobre dónde encontrar una nueva botella para la colección se convirtió en una fiebre que, años después, ya le ha pasado. "Sigo ampliándola, pero ya no como al principio", señala.

Las casi 400 botellas se encuentran en lo que es su taller, en la localidad de Les Portielles, en Laviana. A un lado de la sala se encuentran los vidrios, con sus correspondientes etiquetas. Al otro, su torno y los materiales con los que elabora bastones, su otra afición. "Empiezo a quedar sin sitio aquí", afirma Toni, que es como "todo el mundo me conoce". Aún sin colocar se encuentran algunas de las últimas adquisiciones, como la de "L'Allume" o "Furaco". José Antonio Argüelles se muestra orgulloso de algunas de sus botellas. "Son únicas, porque estos llagares ya están cerrados, estas etiquetas ya no se encuentran". Algunos ejemplos son "El corzu", "La monxa"(era de Muñera, en Laviana), "Enrique", de Bimenes, o "Josepín", de El Entrego, junto al Museo de la Minería.

Algunas recuerda que le costaron trabajo y dinero conseguirlas. Como la de "Casa Pin", de Cañanes (Parres), o la de "Busto", en Bañugues (Luanco). También tiene botellas de ediciones especiales, como la que lanzó con bebida de denominación de origen LA NUEVA ESPAÑA, o las que se dieron, en vez de botella de vino, en las fiestas de Laviana y el Descenso Folklórico del Nalón. "Tengo un poco de todo. También hay algunas botellas de Cantabria y del País Vasco", expone Argüelles, que reconoce que han intentado comprarle la colección en alguna ocasión, algo a lo que se negó. Eso sí, es consciente de que el lugar en el que están "no es el mejor", porque se ha quedado pequeño, porque se llenan de polvo a consecuencia de su trabajo en el taller.

Obviamente, Toni Argüelles ha sido, durante toda su vida, un buen sidrero. A sus 66 años ha tenido que bajar algo el ritmo, y cuando va a los bares, ya no sólo pide sidra. Alguna vez se pasa al vino, sobre todo cuando va solo, porque "la sidra es mejor tomarla con los amigos". "Ya casi no tengo donde meter las botellas, pero sigue gustándome", concluye.

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