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La luz del futuro pasa por Langreo

Pedro Braña, de Sama, desarrolla en Alemania sistemas para producir iluminación led con proteínas, los que permitiría dejar de depender de los metales en su fabricación

Disoluciones y gomas con proteínas.

Las lámparas led (acrónimo la expresión inglesa light-emitting diode, diodo emisor de luz) cada vez están más presentes en la vida cotidiana. Son un 80 por ciento más eficientes que las bombillas incandescentes y mucho más estables que las lámparas de bajo consumo. El inconveniente es que los minerales que permiten fabricar las luces led son caros, poco abundantes y de complejo reciclaje. Un equipo de científicos de la universidad alemana de Erlangen-Núremberg, del que forma parte el químico langreano Pedro Braña Coto, ha desarrollado una investigación basada en la sustitución de parte de esos minerales por proteínas de colores (rojo, azul y amarillo) que permiten obtener led de luz blanca que son una cuarta parte más baratas, así como biodegradables.

El nuevo sistema, denominado bio-led, fusiona esta tecnología con un nuevo material basado en la integración de proteínas luminiscentes en unas gomas elásticas. Colocadas junto a un único led azul o ultravioleta, las gomas captan esa luz y, gracias a la combinación de los tres colores de proteínas, reflejan una luz blanca. "La integración del nuevo material en los led convencionales han permitido desarrollar el primer bio-led de luz blanca, que poseen prestaciones similares a los led inorgánicos, pero son más baratos de producir y más fácilmente reciclables, ya que son solubles en agua, no son nada tóxicos", explica Braña Coto. Otra de las ventajas del nuevo material en el que investiga el equipo del que forma parte el langreano es que resulta que el tipo de luz blanca puede regularse (hacerse más cálida o más intensa) según las necesidades, variando la cantidad de proteína utilizada.

"Se trata de un gran avance porque los minerales que utilizan los led son muy costosos de obtener. Ya hemos hecho algo muy importante, que es demostrar que funciona", argumenta Braña, para añadir a continuación: "Ahora vamos a proseguir con la experimentación para tratar de garantizar que estas proteínas pueden ser estables a medio y largo plazo. Hay que controlar esa degradación porque necesitamos dispositivos que duren miles de horas".

Comercialización

Si esta segunda parte experimental demuestra que las gomas de proteínas pueden ser estables, y durar a largo plazo, se pasaría a la siguiente fase: la aplicación comercial. "Si todo sigue por este camino contaremos con un producto más barato y razonablemente sostenible desde el punto de vista ecológico", explica el investigador.

El químico langreano, que lleva cinco años en Alemania, ya estuvo previamente desarrollando su labor como científico en Italia, Suecia y Alemania. Reconoce que los "investigadores españoles lo tenemos complicado para hacer ciencia en casa", como consecuencia de la falta de recursos para proyectos de investigación e innovación. También destaca las múltiples aplicaciones de las proteínas en productos de uso cotidiano. "Es un campo con mucho potencial. Las proteínas llevan miles de años ahí, en la naturaleza, especializándose en cada caso para hacer una función determinada, por lo que están muy optimizadas. Y eso puede aprovecharse".

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