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Catedrático de Bioquímica, ingresa en la Academia de Medicina y se jubilará a finales de este curso

Francisco V. Álvarez: "La inteligencia artificial ya es más precisa que los radiólogos para interpretar diagnósticos"

"Entre el 60% y el 70% de las decisiones médicas dependen de resultados de laboratorio"

Francisco Álvarez Menéndez, el viernes, en el Laboratorio de Medicina del HUCA. LUISMA MURIAS

-El 31 de agosto me voy.

Francisco Vicente Álvarez Menéndez ya cuenta hacia atrás, aunque se siente en plenitud de facultades y tiene su agenda diaria cargada de proyectos. Pero el DNI manda: nació el 30 de noviembre de 1949, ha cumplido ya 70 años y, como consecuencia, tendrá que jubilarse el último día del presente curso académico.

Nacido en Colloto (Siero) y químico de formación, Francisco Álvarez dirige el Laboratorio de Medicina del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y es profesor de la Universidad de Oviedo. En el último tramo de su carrera se le han acumulado los reconocimientos. El pasado septiembre obtuvo una cátedra de Bioquímica y, el próximo jueves, ingresará en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Asturias como miembro de número. El acto se desarrollará a partir de las 20.00 horas en la sede del Colegio de Médicos (plaza de América, 10).

En esta entrevista, el nuevo académico valora las distinciones recibidas y expone algunos rasgos de la medicina del futuro -que ya empieza a ser presente-, basada en el desarrollo del big data (acumulación de millones de datos sobre millones de pacientes que permiten predecir diagnósticos, pronósticos y tratamientos con un elevado grado de seguridad).

- Catedrático y académico.

-Estoy muy contento. Son dos distinciones que nunca tuve como objetivos ni pensé en ellas.

- Un químico en la Real Academia de Medicina...

-Seré, junto con Carlos López Otín, el único académico de número de la Real Academia de Medicina que no es médico. Una de mis grandes alegrías es unirme a él en la Academia. Lamento mucho que Carlos no pueda estar presente en el acto. Somos íntimos amigos.

- Otín, catedrático de Bioquímica e investigador de la Universidad de Oviedo, ha sufrido mucho en los últimos tiempos y ha denunciado "un acoso laboral y personal de un nivel insoportable".

-La gente, a veces, no se da cuenta de que el daño científico puede pasar a ser daño humano, y que ese daño humano puede ser irreversible. Pienso que algunos de los que han contribuido esta lapidación ya están arrepentidos, porque se dan cuenta de que se han pasado tres pueblos.

- Por no ser usted médico, algunos médicos le pusieron muy difícil llegar a la jefatura del Laboratorio de Medicina del HUCA. Acudieron a los jueces para evitarlo...

-Lo que ocurrió entonces ya lo tengo olvidado hace mucho tiempo. Pasé cinco años trabajando en Estados Unidos y allí este problema no solo no existía, sino que los directores de Clinical Chemistry, Bioquímica Clínica aquí en España, eran todos doctores en Químicas y los compañeros médicos los consideraban como profesionales de la sanidad en el campo del laboratorio.

- ¿Le llegan un poco tarde los reconocimientos?

-No, de verdad que no. Tengo 47 años de cotización. Ya digo que nunca mi objetivo fue ser catedrático y ya digo ni había pensado ser académico. Mi nombramiento de catedrático lo tuvo ocho años en el congelador el anterior rector. Estaba acreditado para profesor titular desde 2009. Pasaron por delante de mí acreditaciones de 2010, 2011, 2012, 2013... Después llegó el rector actual, Santiago García Granda, y en 2016 todo fue adelante. A continuación, pedí la acreditación para catedrático y me la dieron, e inmediatamente sacaron la cátedra, lo cual agradezco mucho al anterior consejero de Sanidad, Francisco del Busto, y al actual rector.

- La bioquímica clínica no es precisamente la especialidad mejor conocida de un hospital.

-Para que la gente se dé cuenta, entre el 60 y el 70 por ciento de las decisiones médicas dependen de resultados de laboratorio. Hablo de diagnósticos, tratamientos, altas... Y, sin embargo, nuestro trabajo supone solo el tres por ciento del gasto global del hospital. Es verdad que no estamos en primera línea de cara al paciente, pero no es menos cierto que estás en un bar, y oyes conversaciones del tipo: "¿Qué análisis tienes?" "¿Cómo tienes el colesterol?" "¿Cómo tienes la PSA?"... Incluso la costumbre de acceder a internet y ver el significado de estas cosas conlleva que el mismo paciente se hace sus ideas.

- Ha aumentado la cultura general sobre el mundo de las analíticas...

-Sin duda. La gente va al médico y le pide análisis de colesterol, de PSA... Ya no hay aquella ignorancia de antaño, cuando nadie sabía lo que tenía ni lo que se pedía. Pienso que esto es el inicio de un cambio extraordinario en la medicina para esta próxima década, que yo veré como paciente o cliente. Aquellos movimientos que antes eran lentos, de un año a otro, hoy son muchísimo más rápidos.

- Ponga un ejemplo.

-Uno muy claro: la medicina digital, la aplicación de la inteligencia artificial a la medicina. Cuando llegamos al HUCA, hace menos de seis años, el médico sufrió un shock tremendo cuando le colocaron un ordenador entre el paciente y él. Hubo una protesta brutal: "Me han cambiado la medicina, yo antes tenía al paciente al lado, hablaba con él, y ahora tengo un ordenador que me ocupa mucho tiempo"... Si ahora le dijeras a ese médico que hay que quitar el ordenador, la protesta sería aún mayor. Antes, sobre la mesa tenía una pila de papeles de cada paciente y tenía que andar buscando los análisis. Ahora, todos los análisis de un paciente pueden verse en línea, y ver la evolución.

- ¿Cómo va a ser la medicina de esta próxima década?

-El paciente va a llegar a la consulta y el médico, con todos los análisis que tiene, todas las imágenes y todas sus variables clínicas, va a introducirlas en el ordenador y este le dirá que el valor predictivo positivo de tener esta enfermedad va a ser del 99,5 por ciento. Con otro clic, otra función va a decirle: "El tratamiento de esta enfermedad es este"... Y eso va a ser una realidad ya...

- El "big data" es muy prometedor en el ámbito de la salud...

-Si eso no está funcionando ya es porque, para que funcione correctamente, el big data tiene que ser de una calidad superelevada. Es decir, los datos que tú introduzcas, en los que te apoyes, tienen que tener una seguridad total. Y en este momento esa calidad no es posible.

- ¿Un ejemplo?

-Uno muy sencillito. Una hipercolesterolemia. En la base de datos tengo que disponer de millones de datos de colesterol de pacientes que, además, han de tener unas características determinadas. Cuando llega un paciente con ese mismo perfil, le dice que las posibilidades de tener una hipercolesterolemia familiar son tantas y que el tratamiento tiene que ser tal y cual. Eso va a ser así. El cambio del médico en el futuro va a ser bestial...

- Pero en ese vaticinio suyo parece que el médico apenas cuenta, ¿no?

-Al contrario. El médico es muy importante, porque las variables clínicas que debe introducir en el programa son suyas, y van a depender de él. Lo que sucede es que va a tener unos datos mucho más objetivos...

- ¿En qué línea?

-Un ejemplo nuestro. En el HUCA hemos desarrollado un programa que predice el riesgo de preeclampsia. Esto no significa que el médico, el obstetra, ya no haga falta. Lo que digo es que va a disponer de una herramienta basada en una base de datos y no sólo en sus conocimientos. La experiencia de un médico puede ser muy grande o, si es joven, más pequeña, pero con este instrumento ambos tienen muchas más posibilidades de acertar.

- ¿Ganaremos en seguridad?

-Mucho. Hasta ahora los mejores resultados de la inteligencia artificial se han obtenido en el campo de la imagen, en el que ha demostrado mayor precisión en la interpretación de los diagnósticos que el propio radiólogo. Lo mismo ocurre en anatomía patológica, donde la inteligencia artificial podrá reemplazar al anatomopatólogo en el examen microscópico de las muestras...

- ¿Y qué papel pasa a desempeñar la exploración del paciente, el hablar, el tocar...?

-Va a ser fundamental. Un médico puede decir que yo no soy la persona ideal para realizar estos vaticinios, pero por lo que veo y leo el médico no va a ser sustituido en absoluto. Es igual que pensar que el ordenador va a sustituir al humano. El humano no va a ser sustituido: el humano tiene que manejar el ordenador, es quien le da las órdenes. El ordenador tiene una capacidad mucho más alta para procesar información de millones de pacientes, pero al mismo tiempo el ordenador es tonto.

- ¿Y qué papel va a desempeñar el laboratorio en este nuevo paradigma de la medicina?

-En la próxima década, los laboratorios clínicos van a experimentar una transformación radical. Con las nuevas analíticas, al médico no se le enviará un resultado, sino una interpretación del resultado para que él no tenga ninguna duda. Y esa interpretación sólo podrá hacerse apoyándose en esta nueva tecnología. El avance es vertiginoso. Si esto me lo hubiera preguntado hace diez años, no podría habérselo contado porque nadie esperaba esto.

- Hay quien dice que el gran valor del Sistema Nacional de Salud, de todo el conjunto de la sanidad, es la miríada de datos clínicos que tiene recogidos...

-Totalmente de acuerdo. Eso vale muchísimo dinero, es un tesoro. Nuestro laboratorio del HUCA produce cada año más de siete millones de datos. En estos momentos sólo se están utilizando de forma individual, para el paciente en cuestión y para que su médico tome decisiones sobre el tratamiento más adecuado. Pero llegará un momento en el que, con los cambios legales que sean necesarios, esos millones de datos se cogerán y se cruzarán con los diagnósticos y con un montón de variables. Hay que tener en cuenta que, en el "big data", el data no significa sólo números, sino datos: números, variables clínicas, imágenes? Pero la calidad de todo eso tiene que ser muy alta para empezar a ser empleado.

- ¿Le da pena tener que jubilarse en una coyuntura tan apasionante? ¿Estima que la sanidad pública despilfarra talento con la jubilación obligatoria?

-Me remito a lo que hacen países que nos llevan mucha ventaja. Lo que voy a decir puede parecer que lo digo porque me voy, pero lo he dicho hace muchos años. La edad no puede ser la variable más importante que juzgue si una persona debe irse o no. Hay futbolistas que a los 30 años están viejos y otros que a los 38 siguen rindiendo, y quizá se les tenga que hacer un contrato año a año, en vez de por cinco años. Mi jefe en Estados Unidos se jubiló con 76 años: Washington University le ofreció seguir porque era una persona interesante; si no lo eres, la Universidad no es tonta y te dice adiós. Aquí, sin embargo, a medida que cumples la edad, independientemente de tu valía te vas para casa. Así nos va. Yo me pregunto muchas veces: los que legislan, cuando visitan estos países, ¿no se dan cuenta de lo que allí sucede? He discutido muchas veces esta cuestión y está claro que no todos pensamos lo mismo.

- ¿Qué hará a partir del próximo 1 de septiembre?

-Quiero cortar de plano con mi trabajo actual. Juego al tenis, y supongo que jugaré más al tenis y haré otra vida. Tendré que aprender de mis amigos jubilados. No quiero que se diga que puedo seguir influenciando o controlando. Pero me da mucha pena, es la verdad, porque creo que he visto un filón al final de mi carrera muy bonito. Pero tengo que darme por contento con lo que he recibido y he conseguido

- ¿Baraja dedicarse a la medicina privada?

-Nunca diré nunca jamás, pero en estos momentos no lo tengo presente.

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