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Los científicos, indignados por el cierre de los laboratorios: "No nos valoran"

Los investigadores resaltan que siete semanas de parón "son muchas" y aseguran que a su vuelta no empezarán de cero, sino dos meses atrás

Francisco Parra, al frente del Instituto Universitario de Biotecnología de Asturias, trabajando desde su vivienda. A la derecha, Javier de Cos, director del Instituto Universitario de Ciencias y Tecnologías Espaciales, delante del ordenador, en su casa.

El día que reabran los laboratorio universitarios, el grupo de investigación de Francisco Parra tendrá que partir "no de cero, sino de dos meses atrás". El catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo lleva, como miles de científicos españoles, sin tocar un microscopio desde mediados de marzo. "Veo a los obreros de la construcción delante de casa y me pongo malo. Nosotros trabajamos con cultivos celulares que hay que atenderlos cada día o cada dos, si no mueren", se queja Parra, que cree que la gestión de la crisis del coronavirus ha demostrado una vez más que "la investigación no es importante (para los gobernantes) por mucho que se les llene la boca". El plan de desescalada de Pedro Sánchez contempla el regreso a los laboratorios en su primera fase, es decir, a partir del 11 de mayo.

El director del Instituto Universitario de Biotecnología de Asturias (IUBA) se une así a la crítica lanzada la semana pasada por el bioquímico Mariano Barbacid, jefe de Oncología del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). En un vídeo publicado por la Fundación Alternativas, de la que es patrono, Barbacid dijo lo siguiente: "¿Por qué pueden trabajar ya los obreros de la construcción, así como de otras muchas actividades no estrictamente esenciales, pero no podemos hacerlo los investigadores científicos en nuestros laboratorios? ¿Es que acaso la investigación biomédica no es una actividad esencial?".

El caso de Parra es especialmente sangrante, ya que es uno de los mayores expertos en virus de la Universidad de Oviedo. "No solo no nos dejan seguir trabajando en nuestro proyectos, sino que nos niegan incluso la posibilidad de contribuir a la lucha contra la pandemia. Quien no estuviera ya estudiando sobre el coronavirus, no puede participar", lamenta.

El equipo del profesor Parra, formado por ocho personas, es referente nacional en el estudio de virus que atacan letalmente a los conejos, como la mixomatosis, y ha trabajado con otros coronavirus animales. Sin embargo, hoy por hoy, apunta el coordinador del Máster en Biotecnología del Medio Ambiente y Salud, para acudir al laboratorio hay que solicitar un permiso individual a la gerente de la Universidad, Ana Caro, que se traduce en que "prácticamente solo te dejan ir si se está quemando algo".

En la misma situación se encuentra la catedrática del departamento de Química Física y Analítica María Jesús Lobo, quien recuerda que "la investigación no se puede hacer online". "Todos estamos trabajando con el ordenador, leyendo bibliografía... Pero los proyectos que dependen de la experimentación están parados. Y hay una incertidumbre total", manifiesta Lobo, que dirige el grupo de Electroanálisis de la Universidad de Oviedo (GEUO). A medida que la pandemia se va controlando, la científica se hace preguntas: "¿Qué nivel de prioridad tiene la investigación? ¿Es una actividad esencial o no? Porque yo creo que con las medidas de protección oportunas podríamos volver ya. En un laboratorio estamos tres o cuatro personas y, si fuese necesario, se reducirían. Pero siete semanas es mucho tiempo. La sensación que tenemos es que no se valora la ciencia". Lobo también sostiene que con el cierre de la institución académica se han infrautilizado recursos humanos y materiales. "Nosotros diseñamos dispositivos de diagnóstico de patógenos. Podríamos haber orientado nuestra investigación hacia el coronavirus...", protesta.

Con "preocupación" afronta la pandemia el catedrático de Tecnología de Medio Ambiente Herminio Sastre. "Hasta en los centros más punteros se están retrasando proyectos. Nosotros estamos haciendo simulaciones para luego retomar la actividad de laboratorio. Una vez que regresemos será el momento de analizarlo todo", dice el responsable del grupo de investigación de Tecnología, Biotecnología y Geoquímica Ambiental (BIOGEOAMB). También a la Facultad de Química pertenece el gijonés Sergio González, estudiante de doctorado y que representa a todos esos jóvenes cuyas tesis están paradas. "Se hace duro. Estamos haciendo otro tipo de trabajo, como escribir artículos, leer, documentarnos... Pero lo nuestro, al ser puramente experimental, se hace difícil", asegura. González opina que los científicos "deberían haber estado trabajando desde el momento en el que otros sectores esenciales lo han hecho". "Los sucesivos gobiernos han menospreciado la ciencia", dice. El doctorando, perteneciente al grupo de Química Biorgánica, está contratado y depende de los fondos del Gobierno. Un retraso en su tesis puede suponer "estar uno o dos años sin financiación de ningún tipo".

El impacto del confinamiento está siendo menor en otras áreas, como la Física, en la que trabaja Pablo Alonso, uno de los pocos investigadores asturianos con una beca "Starting Grant" del Consejo Europeo de Ciencia (ERC). "Tenemos muchos materiales que pueden degradarse con el tiempo. Además, trabajamos en un campo muy puntero, en el que tenemos muchos competidores y que están trabajando. Así que corremos el riesgo de perder la carrera", expresa.

El científico del grupo de Nano-óptica Cuántica del Departamento de Física intenta, no obstante, que la pandemia "afecte lo menos posible" a su investigación. "Estamos recopilando datos, analizándolos, escribiendo artículos... Hemos pedido muestras a países donde tenemos colaboradores y están trabajando, como Rusia o China. Este mes y medio sin pasar por el laboratorio hace que otros se adelanten, pero no pienso que esto vaya a hundir mi carrera", comenta Alonso.

El cierre de laboratorios no ha afectado "tanto" a Javier de Cos, catedrático del departamento de Explotación y Prospección de Minas y director del Instituto Universitario de Ciencias y Tecnologías Espaciales de Asturias (ICTEA). "Salvo en un proyecto, que no hemos podido hacer observaciones y vamos a tener que pedir un aplazamiento al Ministerio, lo hemos notado poco. El 90 por ciento de nuestro trabajo se hace con ordenadores y servidores", explica. De hecho, en su caso, el confinamiento ha servido para que surjan "nuevas oportunidades", como una mayor colaboración con aficionados. "Hay mucha gente describiendo estrellas e incluso planetas", celebra.

Pablo García, doctor Ingeniero Industrial y uno de los impulsores del prestigioso grupo de investigación Lemur (Laboratory for Electrical Energy Management Unified Research), asegura que "reengancharse a los laboratorios llevará tiempo". Por eso, la clave durante este mes y medio largo de confinamiento es estar "conectados" todos los miembros del equipo. "Las pruebas prácticas las tenemos paradas, pero por otro lado estamos depurando las simulaciones. Eso es lo que perdemos y lo que ganamos", concluye.

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