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Stop al coronavirus en el puente de los Santos

La Guardia Civil "blinda" los accesos de La Mariña lucense con controles que afectan al comercio l Los ayuntamientos del Occidente suspenden mercados y cierran albergues

Agentes de la Guardia Civil, en un control en el límite de La Mariña con Vegadeo. ANA SERRANO

La frontera asturiana con Galicia despertó ayer temerosa. El rebrote de coronavirus confirmado en La Mariña lucense y que mantiene hasta el viernes a sus 14 concejos aislados "preocupa" a alcaldes, vecinos y empresarios asturianos, que estos días se enfrentan a nuevos y férreos controles policiales para evitar entradas y salidas injustificadas en la comarca lucense y, con ellos, riesgo de contagios. La prudencia requerida desde el Gobierno asturiano se traduce en la suspensión de eventos y actividades que supongan concentraciones de gente, como es el caso de los mercados semanales o el cierre de albergues del Camino de Santiago.

El dispositivo policial de control se anunciaba ayer en la Autovía del Cantábrico. A la altura del desvío a Vegadeo, y en dirección Galicia, una señal indica que el carril izquierdo quedará inhabilitado en seis kilómetros. La Guardia Civil espera en un control con numerosos efectivos a todos los vehículos, cuyos ocupantes tienen que contar obligatoriamente adónde se dirigen y justificar si tienen autorización para hacerlo.

Lo mismo ocurría en las glorietas, ya asturianas, de los accesos a Vegadeo y Figueras. Solo las personas que viajaban con otros destinos gallegos podían continuar con el beneplácito de la Benemérita. También lo podían hacer aquellos que, por motivos de trabajo o salud, debían entrar o salir de La Mariña. "Y hay muchos asturianos en esta situación", dice Sandra Rey, residente en Ribadeo, fisioterapeuta de profesión y afectada en lo laboral y en lo personal por el nuevo confinamiento. "Al final, te resignas, pero cuanto lo anuncian es cierto que te enfada", señala. Ella tiene a sus padres en Tapia de Casariego y también se desplaza a domicilios del Occidente asturiano por motivos laborales. A causa del rebrote, no habrá viajes personales a Tapia en pleno verano ni tampoco contacto laboral, "porque podemos trabajar, pero sería muy arriesgado para todos", acaba reconociendo.

"La guerra al virus todavía no está ganada", avisa la alcaldesa de El Franco

"Nos cortan las alas de nuevo", afirma Sandra Rey, quien añade que hay mucha incertidumbre por el coste laboral y el tiempo de confinamiento: "Seguro que serán más de cinco días", vaticina. El empresario Carlos Castro, que tiene una empresa de viajes en barco por la ría del Eo, está "muy preocupado" porque ve cómo se tambalea la empresa. "Perdimos la Semana Santa y ahora no pudimos ni empezar el verano", se queja. A pie de calle, hay miedo y se vuelven a ver estampas que ya parecían del pasado, como los tractores rociando lejía por las aceras y zonas públicas. El farmacéutico Guillermo Antolín asegura que los rebrotes "estaban previstos" y se suma a las recomendaciones: "Uno se debe proteger en todos los casos y usar sí o sí mascarilla". Idéntica opinión a la del matrimonio tapiego formado por Manuel Alonso y María Jesús Campón, que ayer se desplazaron a Vegadeo para hacer las compras rutinarias "porque tenemos Ribadeo cerrado".

El comité para la desescalada del Principado, reunido ayer, insistió en los mensajes de prudencia al tiempo que pidió a los ayuntamientos del Occidente asturiano evitar eventos y actividades que supongan concentraciones y movimiento de población, con el consiguiente riesgo.

Tapia no celebró su mercado de los lunes, El Franco suspendió el suyo semanal y lo mismo hizo Valdés, que también cerró los albergues de peregrinos municipales de Cadavedo y Almuña. "Atendemos las recomendaciones de Salud Pública. La guerra al coronavirus todavía no está ganada", advirtió Cecilia Pérez, alcaldesa de El Franco y presidenta de la Federación de Concejos (FACC).

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