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RICARDO FERNÁNDEZ SUÁREZ | EXALCALDE DE AVILÉS

La primera marcha en la Transición

El político que dio el relevo al último alcalde franquista ya ha cumplido 90 años y evoca aquel tiempo reconfortado por haberse ganado el cariño popular

Ricardo Fernández Suárez, en su casa de Salinas (Castrillón). JULIÁN RUS

Hace ahora cuatro décadas, el 3 de abril de 1979, Ricardo Fernández Suárez ganó las primeras elecciones municipales democráticas en Avilés desde la II República. Sin embargo, no pudo revalidar la alcaldía a la que había llegado en febrero de 1976, tras Fernando Suárez del Villar -el último alcalde franquista-, poco después de la muerte del dictador. Los diez concejales socialistas encabezados por Manuel Ponga y los cuatro comunistas liderados por Manuel Quintero que salieron de aquellas urnas pioneras acordaron sumar escaños y llevar a Fernández Suárez y a los suyos a la oposición.

"Gané en la calle, pero perdí en los despachos; no obstante para mí fue muy importante esa victoria ya que me dio a entender que la gente estaba agradecida por lo hecho en los tres años anteriores", aseguró esta semana tras el estreno del documental "Avilés: 40 años de transición", un análisis de la historia más cercana de la comarca a través del objetivo de Ángel Villaboy y con el apoyo crucial del archivo fotográfico de Nardo Villaboy. Mañana lunes se vuelve a pasar la película (a las 20.00 horas, en el mismo auditorio de la Casa de Cultura).

Fernández Suárez es un hombre prudente, serio y consciente de las debilidades del trabajo que realizó en aquellos años fronterizos, cuando las administraciones locales contaban nada para el erario público y ser alcalde era como subir un monte sin cuerda, botas ni piolet. Y es que el exalcalde siempre cuenta que en los años en que le tocó presidir el Ayuntamiento lo hizo con un puñado de pesetas y nada más: 350 millones (dos millones de euros actuales). El tránsito de los usos franquistas a los democráticos se hizo en precario. Porque todo era precario en un país que aún no se había completado. Aquella sensación general hacía tiempo que se había trasladado a la ciudad ahogada bajo una nube de hollín. Avilés, por entonces, era el concejo más negro del país. Cuatro décadas después, las cosas han cambiado bastante: Fernández Suárez inició aquella transición, todo con un presupuesto 35 veces más bajo que el actual.

El empresario gozoniego del transporte vivió en plenitud aquellos tres primeros años de cambios diarios: conquistó el parque de Ferrera, inauguró el Hospital San Agustí y llevó a los barrios olvidados de la mano de la administración públicalos servicios más básicos."Entonces, por ejemplo, en La Carriona no había servicio de agua las 24 horas al día", apunta el exalcalde.

Fernández Suárez había llegado al Ayuntamiento de Avilés desde la presidencia del Sindicato de Transportes. "Me llamó el delegado provincial de Sindicatos, me dijo que debía ir en la lista representando a los tercios sindicales. Acepté porque aquella era una época en que todavía no había aprendido a decir que no. Así que me metieron en la lista, como de relleno. Y resultó que fui el más votado. Fernando Suárez del Villar era entonces el alcalde de Avilés y fue él quien me nombró teniente de alcalde y presidente de la comisión de Hacienda", explicó a LA NUEVA ESPAÑA.

Había nacido en Manzaneda, en Gozón en 1929; es decir, cuando llegó a la alcaldía avilesina tenía 47 años y un bagaje empresarial superlativo: él y su hermano Roberto habían heredado un negocio de su padre. Cuando Ricardo Fernández Suárez se casó con Manolita Roces, crearon la empresa Roces, la de los autobuses de Avilés a Luanco, la de los traslados del Real Oviedo, el Sporting, el Ensidesa y el colegio San Fernando, precisamente el centro escolar en el que se habían formado. No hace mucho los antiguos alumnos reconocieron su paso por la antigua sede, la del palacete derruido de La Magdalena. Entonces recordó su pericia con las Matemáticas, tanta que hubiera podido llevarle a estudiar alguna Ingeniería. No fue el caso, la muerte del padre le hizo primero comerciante, luego "autobusero" y al final chófer incombustible, un oficio que ejerció, a su modo, cuando estuvo al frente del Ayuntamiento: un mundo se acababa pero había que ponerse al volante para entrar en otro de la mejor forma posible.

Ahora reside en Salinas. Hace tiempo que los dos hermanos Roces vendieron su empresa a Celestino Fernández Argüelles. Ambos se jubilaron -Roberto hace unos años falleció-, pero Fernández Suárez sigue contemplando el mundo con la misma sonrisa que hace cuatro décadas, cuando empezó todo, cuando Avilés empezó a ser Avilés.

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