Antonio Fernández-Escandón se tomó ayer el premio de "Ingeniero del año" como un galardón a su trayectoria. El jurado destacó la asturianía de su compañía, Zitrón. "Nosotros hicimos una apuesta muy decidida por desarrollarnos aquí, en el Principado, ojalá hubiera más empresas que tuvieran sus centros de decisiones en la región", reflexionó. Y eso que el grupo industrial, que tiene sede en Gijón, tiene una clara proyección mundial. Vende sus sistemas de ventilación para túneles a medio mundo. Sus clientes están en Australia, Rusia o América. Abarcan todo el globo.
La compañía, señala Fernández-Escandón, ha conseguido resistir a los envites del coronavirus. Y eso que está notando que algunos clientes están retrasando algo sus decisiones de compra, por eso de la incertidumbre de un futuro que no está nada claro. Sin embargo, y pese a las restricciones para viajar, la compañía no ha parado. "No hemos hecho ERTE y eso es importante para que la gente esté tranquila, y solo cerramos los quince días que fue obligatorio", argumentó.
También asegura que en Asturias la formación del personal es "excelente", especialmente gracias a las escuelas de ingeniería. "Lo preocupante es que la gente se tenga que marchar, eso tiene un coste muy alto para la región, porque los estamos formando, pero después se aprovechan de su conocimiento en otro sitio. Pero eso tiene que ver con las condiciones de trabajo", señaló. Fernández-Escandón entró en Zitrón en 1982 y comenzó su trayectoria en la oficina técnica del grupo. Desde enero de 2015 es el presidente del consejo de administración.
