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JESÚS ÁLVAREZ LÓPEZ | EMPRESARIO

"Me desarrollé en la empresa familiar, pero cada día añoro hacer cine y contar historias"

"En la pandemia recordé que, dos años después de la gripe aviar, Asia seguía con las protecciones, y pasé al metacrilato"

Jesús Álvarez, en Poncebos (Picos de Europa). MARÍA TERESA ÁLVAREZ

Jesús Álvarez López (Gijón, 1972) es gerente de Encaja, una empresa de embalaje que fundó su abuelo en Langreo en 1939. Desde que entró en España el covid-19 trabaja en protecciones de metacrilato -de mamparas a viseras- y en señalización de distancia de seguridad. Antes protegían mercancías; ahora, personas.

-Las máquinas que fabrican nuestra Caja Eco -que inventó mi padre hace 30 años y patentamos hace 17- fabrican mamparas. Detectamos la necesidad.

- ¿Cómo tan rápidamente?

-Nuestros proveedores son de China. Visité China y otros países del entorno dos años después de la gripe aviar -que mató a mucha gente allí- y vi que seguían con mascarillas y mamparas. Recordé eso cuando empezó la pandemia.

- Llevará tres meses sin parar.

-Sí, pero en términos económicos es de supervivencia: el embalaje tradicional paró y las protecciones de metacrilato sustituyeron su facturación.

- ¿Qué futuro le ve?

-El "boom" pasará, pero la prevención y estar más en casa se mantendrán. El metacrilato es muy fácil de desinfectar y siempre tendrá uso sanitario. Acabamos de patentar una mampara especial para odontólogos, oftalmólogos, otorrinos y cirugía plástica facial supersencilla, cómoda, ergonómica, nada aparatosa ni costosa.

- Pertenece a la junta directiva del Club de la Innovación.

-Sí, venimos de un sector muy artesanal en el que mi padre dio un cambio radical. Él es muy buen inventor mecánico y yo soy un creador de marketing. Le gusta meterse en cosas nuevas. En 15 minutos de conversación nos da tres meses de trabajo.

Encaja, con 4 naves en Asturias, tiene 12 trabajadores aquí y 5 en Alicante. Entre sus tres ingenieros, hay una mujer de 23 años especializada en diseño y desarrollo de producto de embalaje. En 2019 facturó 3 millones de euros. La patente Caja Eco y sus principales clientes están en Madrid y en la Comunidad Valenciana, donde tienen fábrica desde hace 3 años y medio.

Creció en un hogar en el que su padre, Antonio, trabajaba en la empresa familiar y su madre, Elena Gladys, era ama de casa. Tiene una hermana, María Teresa, cinco años menor.

- ¿Sabía que acabaría en la empresa familiar?

-No. Desde 3.º de EGB me gustó escribir, algo que una profesora estimuló y hasta 5.º fui el que contaba historias cada semana. Por entonces leía a Tío Gilito. A los 17 trabajaba en la empresa de embalaje del abuelo, asegurado, para ganar el dinero para comprarme una moto. Pero quería otra cosa.

- ¿Qué?

-Hice radio dos años y nueve teatro y escribí, interpreté y dirigí dos cortometrajes. Al acabar el Bachiller en el Instituto Feijoo no quise seguir estudiando, me hice autónomo, entré en el negocio audiovisual y empecé a trabajar en animación 3-D para televisiones locales.

- ¿Qué hacía?

-Cuando salió "Parque Jurásico II" (1997) yo animaba dinosaurios con el mejor software de la época. Mi amigo Gonzalo García Mata y yo teníamos la empresa Visual Works, trabajábamos desde Gijón a nivel nacional y fuimos los primeros en España que compramos el programa Real Flow, que hace 6 años ganó el "Oscar" en software de animación.

- ¿Por qué no siguió?

-En 2001 me di cuenta de que no trabajaba en lo creativo, que estaba todo el día vendiendo el producto y reclamando pagos. La empresa familiar se disolvió, tenía una cartera de clientes y pensé que era bueno cogerla y aplicar en ella lo que me gusta y de lo que sé, que es el marketing.

- ¿ Echa de menos hacer cine?

-Todos los días. Me desarrollé profesionalmente, di carisma con marketing a una empresa, pero contar historias y dedicarse a lo que uno le gusta no tiene precio.

- ¿Piensa dejarlo alguna vez?

-Cuando te metes en una deuda es complicado salir de ella. Mis tataranietos no la llegarán a pagar porque siempre hay otra ampliación.

- Empezó a exportar en la crisis anterior, 2008.

-Lo que empecé fue la inversión de robotización. Los bancos me preguntaban si estaba seguro. Ahora tengo clientes como Airbus, Siemens, General Dynamics, General Electric, Thyssen, Porcelanosa... Hicimos un nicho de mercado en medio de una crisis.

Jesús Álvarez vive en Gijón y Alicante y se define como "un nómada" que viaja de trabajo, aunque vaya de placer. Viaja a Madrid y vende a India, Polonia, Reino Unido, Alemania, Portugal y Francia.

-Gripé hace 7 años porque las cosas no salían. Daba todo por perdido en octubre de 2014 y en noviembre llegaron pedidos de tres clientes, Siemens, Tyssen y la fábrica de Armas. Llevaba tres años detrás de ellos. Iba a verlos todas las semanas a Madrid. Valoré hacer suspensión de pagos. La vida es así. Da una de cal y una de arena.

- ¿Descansa?

-Cuando hay que estar, estoy de 14 a 18 horas de lunes a lunes. No pasa mucho, por ciclos.

- ¿Cómo se divierte?

-Hago submarinismo, bici, voy al cine y al teatro. Mi película favorita es "Moulin Rouge" y esa idea de que el espectáculo debe continua, da igual las hostias que te pegue la vida.

- ¿Qué vida personal tiene?

-Soltero y sin hijos. De casado me echarían de casa. Tengo un carácter positivo, con mis prontos porque, si no, me comen las fieras.

- ¿Perjudica estar en Asturias?

-La gente se queja de lo complicado que es salir, pero el que logra hacerlo se come el mundo. En una reunión de Asturex no me dio ninguna vergüenza decir que mis clientes de fuera eran de los países adonde volaba Ryanair porque los billetes de ida y vuelta costaban 40 euros, viajaba en el día y no gastaba en hotel. Las comunicaciones baratas son importantísimas.

- Compare Asturias y Alicante.

-A nivel industrial, Alicante en pleno desarrollo, Asturias, en lo mío, va hacia atrás. Oía a dos chicas decir que querían ir a Asturias, de turismo, pero por precio y dificultad iban a Cádiz. Comentaban que todos los años les pasa igual.

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