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LA NUEVA ESPAÑA accede al informe policial del crimen de La Calzada

El acompañante de Lorena: "Creí que era el marido, entré en pánico y eché a correr"

El portugués reconoce que se llevó la mochila del asesino y que llamó a la víctima el domingo para reprochar que le subiese a casa "estando casada"

Edificio de la calle San Luis donde se escondió Sánchez. Á. GONZÁLEZ

"Creí que era el marido, entré en pánico y eché a correr; siento mucho lo que pasó". Con estas palabras explica el acompañante de Lorena Dacuña lo que vio la madrugada del crimen en el piso de la calle Callao, en La Calzada, donde José Manuel Sánchez Merino, de 49 años, asesinó de veinte puñaladas a la que había sido su pareja sentimental durante ocho. En conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA, este hombre de 43 años y natural del distrito de Alenquer (Lisboa) afirma: "Ya hablé todo lo que tenía que hablar con la Policía, fue mala suerte que estuviera allí". Y se remite a su declaración del domingo, cuando se personó voluntariamente a las ocho de la tarde en la Jefatura de la Policía Local al enterarse que le estaban buscando después de que el asesino confeso le situara en el piso de la limpiadora gijonesa, de 41 años, la noche del crimen.

El acompañante portugués de Lorena Dacuña, que declaró en calidad de testigo, explica en el atestado policial, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, que estuvo junto a dos amigos también lusos tomando copas en un bar de la calle Oriental, en La Calzada. Sobre las dos de la mañana, según dijo en Comisaría, se fueron a tomar otra copa al karaoke que hace esquina entre las calles Uruguay y San Salvador. Fue en ese lugar donde conocieron a la víctima y a una amiga, con las que comenzaron a bailar. Tal y como relató la amiga de Dacuña, existió una rápida complicidad entre ambos, como refleja, también, este testigo.

Intercambio de teléfonos

Mientras que un amigo de los portugueses se quedó en el karaoke, los otros dos salen con Dacuña y su amiga. "Estuvimos un rato en un parque y luego seguimos caminando", explica en su declaración el último hombre que vio con vida a la limpiadora gijonesa. Según esta versión, sobre las 5.24 del día 2 de febrero, deciden intercambiarse los teléfonos para lo que Dacuña le hace una llamada perdida, con el objetivo de que quede registrado el suyo. Después, "ella me dice que tiene poca batería en el móvil, que si vamos a casa para recargarlo y tomar algo", relata este testigo. Esta es la conversación que supuestamente escuchó José Manuel Sánchez Merino, en el entorno de la iglesia de Fátima, y que motivó que fuese rápido hasta el portal de la calle Callao a esperarles, tal y como declaró al ser detenido.

Mientras Sánchez Merino espera sin ser visto cerca del número 6 de la calle Callao, Lorena y su acompañante entran al portal y cogen el ascensor. Ya arriba, prosigue el portugués, ella abrió la puerta de casa, entró y, cuando iba a hacerlo él, "apareció de repente un hombre que me empujó". "Me caí al suelo y me golpeé contra una pared del piso", prosigue. "Lorena no tuvo tiempo de encender la luz, estaba todo oscuro y tras el golpe yo me quedé en estado de shock", apunta este hombre que pasó catorce meses viviendo en Gijón mientras trabajaba en ArcelorMittal a través de una empresa de montajes subcontratada. "Yo solo escuché a ese hombre gritar 'puta' a Lorena en varias ocasiones", relata, especificando que José Manuel Sánchez "dijo más cosas" que no logró entender (declaró en compañía de un traductor por sus escasa fluidez con el castellano). Sí confirma que vio cómo el asesino confeso le propinaba un golpe en la cara a la víctima.

Sin noticias de la muerte

En su declaración nada dice de que hubiese visto a Sánchez Merino esgrimir un cuchillo. "Entré en pánico y solo se me ocurrió echar a correr", apunta este hombre, que sí reconoce haber cogido la mochila que había en el suelo, sin saber de quién era, y bajar por las escaleras hasta la calle. "No sé si Lorena le dijo algo a ese hombre o me lo dijo a mi porque estaba totalmente asustado", reconoce. Ya en la calle, cuando se dio cuenta que llevaba esa mochila, la tiró en la calle Daniel Cerra. Apenas dos horas después, la encontró un operario de Emulsa que luego la llevó a Comisaría con todas las pertenencias del asesino confeso. Después, a las 6.24 horas, llamó a su otro amigo, pero no le contestó y se fue a casa.

¿Qué pensó al ver la escena este hombre cuando se despertó al día siguiente? "Que aquel hombre era su marido y no entendía por qué si era casada me había llevado a su casa", responde el declarante. De hecho, llamó dos veces a Lorena Dacuña el domingo, a las 16.58 horas, precisamente para que le explicara por qué le había llevado a su casa si estaba casada. "Pero no cogió el teléfono", señala. La gijonesa ya estaba muerta.

Regreso desde Zamora

Lo más llamativo es que esperase hasta el domingo día 9 para personarse en Comisaría, cuando la fotografía de Lorena Dacuña apareció en todos los medios de comunicación tras el hallazgo del cadáver el lunes día 3. Él promete que no tenía idea alguna del asesinato. De hecho, se enteró cuando ya se encontraba camino de Portugal el pasado domingo -había concluido su contrato en Arcelor y se encontraba entre las provincias de Zamora y Salamanca-, cuando le llamó el encargado de su empresa para advertirle de que le estaba buscando la Policía -también el motivo-. Optó por volver a Gijón. "Regresaba a Portugal junto a mi amigo en una furgoneta de la empresa, pero me llamó el encargado y me contó que me buscaban", asegura. Fue ahí cuando pararon en una gasolinera de León para recogerle y llevarle hasta la Comisaría.

El encargado en cuestión también acudió a declarar ante los investigadores de la UFAM. Fue él quien avisó y quien se acercó hasta la gasolinera de León para traer de nuevo a Asturias a este hombre que ahora sí podrá volver a Portugal.

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