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Gijón se reencuentra con el mar en el primer día de desescalada

Las actividades marítimas fueron protagonistas de la primera jornada de desconfinamiento, en la que el muro de San Lorenzo estuvo repleto

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Inicio de la desescalada en Gijón

La primera fase de la desescalada supone en Gijón volver a ver y a sentir el mar. El muro de San Lorenzo fue la viva imagen de la ruptura permitida del confinamiento. Los gijoneses aprovecharon las medidas desarrolladas por el ejecutivo central para, un mes y medio después, volver a pisar la calle y la arena. La marea baja permitió que muchos aprovechasen para bajar al principal arenal de la ciudad. La imagen se repitió otros muchos lugares: playas, paseos, avenidas o zonas verdes. Gijón hoy, aunque con restricciones, volvió a salir a la calle.

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Inicio de la desescalada en Gijón

"Es una alegría inmensa, significa calmar el ansia", aseguraba, minutos antes de las diez de la mañana, la hora límite, Carlos Ezquerra. Surfero desde los once años, cogió su tabla a primera hora de la mañana para lanzarse a las aguas de la bahía de San Lorenzo. "Estos días encerrado en casa se hicieron muy duros, tenía muchas ganas de volver a tomar el aire y, sobre todo, de volver al mar". Aunque las condiciones del agua no eran las mejores, con muy pocas olas, la jornada de ayer sirvió a muchos como primera toma de contacto, para recuperar esas sensaciones olvidadas. "Es una sensación muy liberadora", explica Nacho Rodríguez, que también apuró hasta el último minuto en el agua, "ya tocaba esparcir y despejar un poco la mente". Tanto él como su amigo Javier Rey aseguran que "ahora aprovecharemos a surfear todo lo posible para recuperar el tiempo perdido". También Yohana Montenegro: "Ha sido una sensación muy bonita, mucha emoción", explica. Todos coinciden, no obstante, en que, aunque había decenas de tablas en el agua, "como en un día bueno de verano", "se podían guardar perfectamente las distancias de seguridad".Los nadadores, vuelven a zambullirse

Al mar volvió también María Luisa Montero. "Nunca había pasado tanto tiempo sin bañarme", asegura esta nadadora de aguas abiertas, que con su grupo habitual, "pero manteniendo las distancias y viniendo ya cambiados de casa", nadaron unos dos kilómetros en una hora. La vuelta a una rutina que el confinamiento cortó de raíz. "Lo echamos mucho de menos, si por nosotros fuera seguiríamos nadando", resalta, "éramos la imagen de la felicidad". A la propia sensación de volver a zambullirse en el mar se suma la de reencontrarse con los amigos. Además "el día nos recompensó, las condiciones eran muy buenas". Mañana, sin duda, volverán a nadar.

Las primeras carreras

El muro de San Lorenzo, desde primerísima hora de la mañana, estuvo atestado de gente paseando o haciendo deporte. También en la arena, aprovechando la marea baja, y en la calzada, en el carril cortado al tráfico. "En cuanto el reloj dio las 6 de la mañana, salí a la calle", asegura Adrián Caiñas, con su tabla de skate a cuestas, "teníamos muchísimas ganas, porque en casa no se pueden hacer trucos ni nada", aunque tanto él como sus amigos no esconden que "cuando mi madre salía a hacer la compra, algo sí que cogíamos la tabla en casa, aunque fuera sin ruedas, para hacer trucos en la cama".

"Para los que estamos realmente habituados a hacer deporte, esto es la vida, se echaba muchísimo de menos", confirma Álex González, estirando tras su carrera matutina. Hacer deporte en un piso no es fácil, con lo que poder salir de nuevo a la calle a correr es para los deportistas un gran avance. "Se echaba mucho de menos", explica Begoña Pañeda, "era más necesario para la cabeza que para el cuerpo". Pablo Infiesta, no obstante, incide en que "hay muchísima gente y cierto descontrol", aseverando que "si restringes las horas, haces que la gente se concentre en pocos sitios". Una visión contrapuesta a la de Marta Guerra, que busca el lado positivo de la jornada, en la que salió a pasear con su pareja y su perra: "la gente está animada, sonríe. Ya se ve más cerca el final de esto".

Sanciones y rectificaciones

No faltaron en esta primera jornada de desconfinamiento las primeras sanciones. Una de las más madrugadoras, la que la Policía Local impuso a dos mujeres, que se encontraban bañándose en La Escalerona, pasado el tiempo máximo permitido para las salidas y acompañados por un menor. No obstante, la Policía Local, que abogó más por informar que por sancionar, aplaudió el civismo que imperó entre los gijoneses.

En la zona rural hubo cierta confusión. En un primer momento, el viernes, el Ayuntamiento había asegurado que en todas las parroquias no aplicaban las franjas horarias establecidas por el ejecutivo central, sino que los habitantes del anillo periurbano gijonés podían realizar actividades de 6 a 23 horas. Finalmente, en la tarde de hoy, el Consistorio rectificó: las parroquias de Somió y Roces sí que tienen que respetar las delimitaciones horarias que existen en la ciudad, al superar los 5.000 habitantes.

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