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JUAN PEDRO APARICIO | Novelista, habla mañana sobre "desamor" en la Cátedra Alarcos

"Castilla no es España, de la misma forma que hablamos español, no castellano"

"No sé si fue la Inquisición o la censura interior, pero la primera literatura española tiene un desenfado que no volvió"

Juan Pedro Aparicio, en Gijón, en una de sus últimas visitas a Asturias. MARCOS LEÓN

El novelista leonés Juan Pedro Aparicio hablará mañana sobre "literatura y desamor" dentro una charla programada por la Cátedra Emilio Alarcos que se desarrollará en el Aula Magna del edificio histórico de la Universidad de Oviedo a partir de las ocho de la tarde. Aparicio, muy vinculado a Asturias, estará presentado por la profesora titular de Literatura española Carmen Alfonso.

- Mañana llega a esta cátedra de la Universidad de Oviedo. Usted y sus compañeros Merino y Mateo Díez, discípulos de Gullón, ¿trataron a Emilio Alarcos?

-Sí, desde luego. A Alarcos lo tratamos, quizá menos de lo deseable, pero tengo que decir que era un hombre que era una fiesta. Era una fiesta estar a su lado, una fiesta de la inteligencia, de la ironía, un hombre sabio, culto, con el que se podía hablar de lo que fuera. Tenía, además, una ironía muy fina y nada hiriente.

- Y usted, como leonés, ¿cómo se ha relacionado con Asturias?

-Es que yo soy asturiano. Mi madre era asturiana y mi padre se crio en Asturias. Sigo teniendo relación con Asturias y a veces me molesta que no me consideren como tal. Fíjese que mi madre está enterrada en Sama y nació en Pola de Siero. Es que Asturias es mi tierra. Porque se pueden tener dos lenguas y dos tierras. Sobre todo si son pequeñas.

- El "desamor" del que habla mañana tiene que ver con el "desafecto" por el que le dieron el Premio Jovellanos. ¿El desafecto de España?

-No es desafecto por España, sino desafecto a cierta historiografía de España, que es la que nos muestra una cara de España que es la que pongo en cuestión, porque es falsa, porque ha sido maquillada secularmente para falsear la realidad. Ese es el desamor del que hablo, desamor al entendimiento de una forma de España que no es cierta.

- ¿Y la literatura?

-Podemos decir que hay literatura y hay desamor. El amor va con la literatura y el desamor va más hacia la historiografía.

- ¿Y dónde nace esa historiografía que falsea España?

-Esa idea nace el primer día en que alguien se pone a hacer la Historia de España, que fue el obispo de Navarra Rodrigo Jiménez de Rada. Esa idea se perpetúa durante siglos, siendo sus representantes más cercanos toda la generación del 98, que identifican a Castilla con España. Son una serie de tópicos que a la historiografía más serie les produce hilaridad. Yo, como no soy historiador, aunque haya leído mucha historia, no soy un insensato, y tenía dudas.

- ¿Cuáles?

-Recuerdo, precisamente, que estando en Oviedo presentando un libro en el que el protagonista es Jovellanos le pregunté a mi buen amigo Juan Ignacio Ruiz de la Peña si hacía bien en seguir con este proyecto, que qué iban a decir los historiadores de que me metiera en su terreno. Y me dijo que siguiera y que lo acabara, que ya estaba bien de esa imagen falsa de la castellanidad de España, como si lo demás no existiera. En realidad es un trabajo de mucho tiempo y afortunadamente recibió el favor en el premio de ensayo Jovellanos.

- ¿Cómo ligará esa idea con la literatura en la charla?

-Con mucha voluntad por mi parte y por parte de la profesora Carmen Alfonso, buena conocedora del fenómeno literario. Ahí hablaremos con más buena o mala fortuna y trataremos de hacer algo que realmente nos ilumine.

- Pero en la historia de la literatura, y usted la acaba de repasar en una antología del cuento, ¿qué idea de España se encuentra?

-Hombre, se encuentra una España sorprendente, más abierta en sus orígenes que en sus finales. Es una España, la de la Celestina, la de nuestros clásicos, con un desenfado, un atrevimiento y una desenvoltura como posteriormente no hubo. No sé si la Inquisición estaba presionando más o fue la gente que alimentó el censor dentro de sí mismos, pero ves una evolución en la que en principio lo que importa es el qué dices, el decirlo con gracia, chispa y al final se acaba quedando todo en el cómo. Acaba en una literatura que se ve afectada por el manierismo y por esa censura. No es la tesis de mi libro, es solo una observación de quién ha estado buceando y ha encontrado esto. En los cuentos sucedes. Los primeros, los del Marqués de Santillana, por ejemplo, tienen ya un desenfado sorprendente. O el Arcipreste de Hita. Quevedo, sin embargo, ya es otra cosa, más manierista. Sé que a Borges, por ejemplo, le gustaba mucho, por los sonetos, pero a mí no es un hombre que me ilumine como lo hacen los primeros clásicos.

- Volvamos a la historiografía. ¿Qué pide, entonces, respecto a la historia de España?

-Que se revise nuestra historiografía oficial. Es un alivio ver que, por ejemplo, en la Sorbona ya tenemos a gente como George Martin que tienen una visión distinta de la Edad Media española. El problema es que la presentación de los reinos de la Edad Media que se nos ha hecho está muy falseada. Castilla no es España, igual que no hablamos castellano, hablamos español. Esto, precisamente, ya lo decía Alarcos, en unas conferencias en las que explicaba muy bien cómo el español es una aportación de todos los pueblos de España, incluidos los catalanes, los vascos, o nuestro bable común. Pero, sin embargo, por capricho e imposición de los nacionalismos se le ha llamado castellano en la Constitución, en vez de llamarlo español. Con esto lo convierten en algo ajeno. Y no lo es. Yo me he criado hablando español y asturiano. Con una madre que me decía "fíu, ¿que tiés que decíme?". Salme de dentro.

- Habla de la falsedad de los mitos de los reinos de España, ¿qué opina de los crecientes matices al de la batalla de Covadonga y la Reconquista?

-Sobre eso prefiero no opinar. Hay un ámbito mítico en estas cosas que depende de cómo se administre puede ser malo o bueno. Aunque todo no sea verdad, uno puede considerar que algunos mitos resultan convenientes. A veces los mitos pueden ayudar.

- ¿En qué está trabajando ahora?

-Estoy metido en este desamor y la Edad media y lo he tenido que dejar. Porque es un océano, algo de envergadura. Y aunque tenía la idea de hacer una novela, luego pensé que no quería competir con unos tipos a vender quincalla, que yo quería otra cosa. Así que pensé en una segunda parte del libro del desafecto. Pero no me administro, y para distraerme me he puesto a escribir un libro de cuentos. En eso estoy ahora.

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