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Una Noche Blanca modelo

Artistas y público se reencuentran en medio de la epidemia, reivindican el poder "curativo" de la cultura y demuestran que es segura y compatible con la salud

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Noche Blanca en Oviedo

La antigua Fábrica de Armas de La Vega fue anoche un reducto para la cultura. En sus naves encontraron refugio, por una cuestión de espacio, el arte más experimental y todos los que no consiguieron plaza en otras actividades de esta pasada Noche Blanca, tan atípica por las restricciones y las medidas de seguridad contra el covid. Las entradas para algunos eventos con aforos más reducidos volaron, en algunos casos en cuestión de minutos. Esta no fue una edición multitudinaria -no hubiera podido serlo de ningún modo- pero no faltaron las colas, manteniendo las distancias y con estrictos controles; las hubo en La Vega, a las puertas del Arqueológico y de la Catedral, en San Juan para el concierto de "Forma Antiqva" o en el Filarmónica para el recital "Las manos de Orlac" de la banda "Negrón". Muchos artistas pusieron la Noche Blanca de Oviedo como modelo de cómo puede y deben compatibilizarse cultura y salud en los tiempos del covid.

La Vega abrió primero, a media tarde. En la nave del antiguo claustro, Andreas Lutz había levantado una instalación con la que, como él mismo explicó, reflexionaba sobre el lenguaje y el movimiento, y la inteligencia artificial. En un taller, un poco más allá, Mirko Eremita, Valerio Spoletini y David Houncheringer, del colectivo Encor, tenían bajo control un mecanismo que, con iluminación y humo, convertiría una parte del edificio en una resonante caja de luces al caer la noche. Estaban fascinados con el espacio de la fábrica, tan "inusual" y "verdaderamente poderoso". En otra de las naves discurrieron a lo largo de la tarde y ya entrada la noche recitales y conciertos, empezando por el de Chus Fernández y Roberto Lobo.

"Venir este año es algo especial", comentaron a la salida de la fábrica Gerar Suárez y Patricia Solar, de Avilés. Esperan que continúen las actividades culturales en ese espacio, más ahora que notan que, en general, hay más gana de acceder al arte y música. "El consumo de cultura ha sido muy curativo en estos meses", afirmaban. Juan Carlos Vecino, ganador del concurso de fotografía de la Noche Blanca de hace dos años, volvió a acercarse ayer hasta La Vega con su cámara. Le hubiera interesado participar en el recorrido dedicado a la Revolución de Octubre, que salía del Campillín, pero, como le pasó a mucha gente y en muchas actividades, se quedó sin plaza. "Es esencial recuperar la cultura, tan importante como la sanidad. Hay gente que ha sufrido mucho y necesita despejar la cabeza: la cultura es el modo de hacerlo", comentaba ayer.

De forma parecida se expresaba Lidó Rico, que asistió a la inauguración de su exposición "Arqueologías en el aire" en el Museo Arqueológico, en el que ocupó un par de salas con sus esculturas y sus cuadros. "A la cultura no hay que ponerle mascarilla, se puede hacer cultura con coherencia y protocolos, como en esta Noche Blanca", argumentó.

El alcalde, Alfredo Canteli (PP) , dijo al visitar los talleres infantiles abiertos en Trascorrales, que "Oviedo no puede parar" y el concejal de Cultura, José Luis Costillas (Cs) añadió: "Se puede hacer cultura, ya lo demostramos en verano y lo demostramos ahora".

También hubo ambiente en las calles. En la plaza del Paraguas, Santi Grau y Raúl Goñi proyectaron los mensajes ciudadanos sobre el muro de uno de los edificios, un proyecto que reivindica "el diseño crítico, abierto y social".

En el Bellas Artes las puertas se abrieron hacia las diez de la noche, con el aforo completo para asistir al espectáculo de danza contemporánea que estaba programado.

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