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Vida de una ingeniera "influencer"

La allandesa Ana Fernández, titulada en Telecomunicaciones, dedica su tiempo libre a promocionar ropa y complementos en las redes sociales, donde obtiene hasta 200 euros por foto

María Pintado. INSTAGRAM

Ana Fernández tiene el coche lleno de ropa. Lleva cuatro "looks" diferentes completos para cambiar radicalmente de imagen de pies a cabeza. Los fines de semana, junto a su mejor amiga, Miriam, busca rincones de Asturias para hacerse fotos. Miriam saca la cámara y Ana se cambia cuatro veces para retratarse con cada una de estas indumentarias. Es rápida. Tarda unos 15 minutos en estar perfecta con cada "outfit". No es sólo un divertimento. En realidad, Ana está trabajando. Trabajando de "influencer", este empleo con el que sueñan muchos adolescentes: ganar dinero por retratarte con los productos que más te gustan.

Con estas expediciones por Asturias en compañía de su amiga Miriam, Ana recopila todas las fotos que irá subiendo a lo largo de la semana en Instagram. Cuida hasta el último detalle. Tiene sus razones: cada una de esas fotos con ropa, complementos o productos de belleza que las distintas marcas le regalan puede reportarle un ingreso que oscila entre 150 y 200 euros. Ana, que nació en Pola de Allande, tiene 24 años y trabaja como ingeniera de telecomunicaciones, es "influencer". Pero en su tiempo libre. Tiene 27.000 seguidores en Instagram y sus padres aún no se explican cómo es posible que gane dinero sólo por vestir la ropa que le gusta. Su madre le decía: "Déjate de meterte en esos líos".

Ana es delgada, de voz dulce, bajita, muy pecosa, muy habladora, gesticula continuamente. Desde siempre le gustó el mundo de la moda, y en cuanto aparecieron las redes sociales, sobre todo Instagram, abrió su cuenta y empezó a subir fotos suyas con la ropa que le chiflaba. Ana Fernández tiene estilo: viste con sencillez, pero no pasa desapercibida. Muchas quisieran vestir como ella. Por ese talento innato para el estilismo empezó a ganar seguidores en la red social de la perfección fotográfica. En marzo de 2015, Ana Fernández ya tenía 2.000 seguidores. Pero entonces Zara apareció en su vida y todo cambió. Había enviado alguna de sus fotos a Zaraaddiction, la cuenta de Instagram, donde los estilistas del imperio de Amancio Ortega publican una selección de sus clientes con la ropa de la marca. Es una pasarela digital con modelos de la vida cotidiana. Zaraaddiction incluyó en su cuenta una foto en la que Ana aparece sonriente, con un "look" sencillo y sujetando un espectacular bolso de la firma Purificación García.

En ese momento sus seguidores empezaron a aumentar. A partir de ahí cada día incorporaba más y más seguidores en Instagram. Cuando llegó a 8.000, la marca de relojes Daniel Wellington contactó con ella por correo. Le enviaron un reloj y un brazalete. A cambio tenía que publicar tres fotografías con un texto que le fijó la marca a las horas que establecía la empresa. Ella se hizo la que, según Ana, la catapultó. "Fue mi golpe de suerte". La llama "la foto del jersey de perlas", donde aparece con gafas de sol, muy sonriente, y un suéter con perlas bordadas. Sus seguidores se dispararon y "las marcas se empezaron a interesar por mí", explica Ana, que vive en Gijón con su hermana y su mejor amiga, en un piso en que, según palabras, "al final de semana parece un almacén", su habitación está llena de paquetes; Miriam y su hermana son las encargadas de abrir al mensajero.

Así es su vida de "influencer". Pero Ana no se dedica a esto a tiempo completo. Estudió Ingeniería de Telecomunicaciones en Gijón, donde trabaja. La dedicación a Instagram la deja sobre todo para los fines de semana.

¿Cuánto gana una "influencer"? Ana dice que los ingresos varían mucho cada mes, según las colaboraciones y dependiendo del tipo firma, de marca. "Si la colaboración conlleva una ganancia económica, la cifra puede oscilar entre 150 y 200 euros por foto subida". Ana es consciente de que la imagen que transmiten los "influencers" a gran escala es la de una vida perfecta, soleada e inalcanzable. "Pero hay que tener en cuenta todo el trabajo que conlleva hacer cada foto", subraya. Esta joven "instagrammer" asturiana aún no ha llegado a esa primera división de "influencers", esas personas "que pueden salir a la calle sin un euro en la cartera", apunta. Lo explica: "Para desayunar pueden ir a la cadena de cafeterías con la que tienen una colaboración, lo mismo para comer, para dormir, para pasar todo el día", añade. Ella no llega a tanto, pero recibe un sinnúmero de productos. Confiesa que ya son tantos que empieza a perder la ilusión por tener marcas antaño inalcanzables para ella. Cosas de "influencers".

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