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Adiós a toda una vida entre libros

Ramón Rodríguez se jubila hoy del puesto de director de la biblioteca de la Universidad de Oviedo, un servicio de modernizó y amplió a lo largo de 36 años

Ramón Rodríguez, en la biblioteca del edificio de la calle San Francisco. MIKI LÓPEZ

El director de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, Ramón Rodríguez, se jubila hoy de su puesto después de 36 años al frente de una institución que ha visto crecer y evolucionar extraordinariamente.

Licenciado en Filosofía y Letras y doctor en Geografía e Historia, Ramón Rodríguez tuvo un contacto temprano con la biblioteca de la Universidad en el año 1969, cuando estaba en tercer curso de carrera. Su profesora de latín era la responsable de la biblioteca, y lo invitó a iniciarse allí. Desde entonces hasta hoy, esa ha sido su casa.

En 1978 se presentó a una oposición en Madrid -en aquella época se hacían todas allí- para el puesto de funcionario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y sacó la plaza. "Entonces, cuando estaba preparando las oposiciones, era algo exótico, la gente lo encontraba muy raro", recuerda.

Cuando él empezó en 1969, la biblioteca era mucho más modesta de lo que es ahora. Entonces sólo estaba la biblioteca histórica del edificio de San Francisco, la de Derecho y la de la Facultad de Ciencias. Y el personal y los medios eran muy escasos.

La Universidad iba a experimentar a partir de entonces un crecimiento notable. Después de la creación de la Facultad de Medicina y el traslado de Filosofía y Letras a la plaza de Feijoo a finales de los años sesenta, en la década siguiente se incorporaron a la Universidad las escuelas de Minas, de Comercio y de Magisterio.

Sin embargo, según Ramón Rodríguez, a pesar del crecimiento, "la biblioteca era algo residual; se prestaba atención a los libros, pero iban a los seminarios y las bibliotecas de los despachos; era un caos bibliotecario". A partir de los 80, todo empezó a cambiar. En esta década y la siguiente se empezó a contratar más personal y se hizo "un esfuerzo enorme" para desarrollar bibliotecas de campus.

El cambio desde entonces hasta ahora ha sido considerable, y las cifras lo constatan. Cuando Ramón Rodríguez entró a la biblioteca había cinco puestos de bibliotecario y otros cuatro del resto de personal. Hoy trabajan en este área 114 personas.

La Universidad de Oviedo tiene cuatro grandes bibliotecas: la histórica central, la de humanidades del Milán, la de ciencias jurídico- sociales de El Cristo y el Campus de Gijón. En estas más de tres décadas y media que Ramón Rodríguez estuvo al frente, la biblioteca experimentó un avance inmenso.

Y uno de los pasos fundamentales fue la digitalización, que comenzó en 1983. Oviedo fue pionera en España en la informatización de su fondo, junto con la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Navarra.

Como explica Rodríguez, la informatización requirió "unos esfuerzos de catalogación retrospectiva que supusieron una labor inmensa". En las décadas de los ochenta y los noventa hubo una inversión considerable tanto en la automatización de los fondos como en la construcción de edificios. Porque la biblioteca del campus del Milán y la de El Cristo tienen edificio propio, el primero construido en 1990 y el segundo, en 2000.

Ramón Rodríguez tuvo que coordinar grupos de trabajo y establecer una interlocución con los equipos rectorales, y él mismo pudo acceder a programas de investigación que redundaban en beneficio de la institución.

En los años 90, se pusieron en marcha grandes planes de cooperación bibliotecaria en Asturias, en los que se establecieron conciertos con hospitales y otras instituciones. Y Oviedo fue el centro del primer catálogo colectivo de bibliotecas universitarias de España, que reunía a 21 bibliotecas de todo el país, y también participó en la creación de la red de bibliotecas universitarias Rebiun, cuyo acuerdo se firmó en el Hotel de la Reconquista en 1989.

Desde entonces, la cooperación nacional e internacional de la biblioteca fue en aumento, y le permitió al director tomar contacto con otras universidades, como las de Delft, en Holanda, o Lovaina, en Bélgica. "Este contacto nos sirvió para modernizarnos y quitarnos complejos; tendíamos a pensar que en Europa eran mucho mejores que nosotros pero vimos que a su lado no quedábamos nada mal".

En aquellas décadas de mayor inversión la información todavía se suministraba en papel en su totalidad. Pero entrado el siglo comenzó la edición digital y el papel fue perdiendo vigencia. Y aunque es cierto que los libros electrónicos siguen sin tener mucho éxito, existen muchas publicaciones que solo están en soporte digital y que son muy utilizadas por los universitarios. Lo importante es que, aunque haya habido un cambio de soporte, el servicio permanece.

"El paradigma ha cambiado con el salto a lo digital, pero el papel que el bibliotecario tiene es el mismo; la gente cree que está todo en internet, pero lo que vale algo cuesta mucho", asegura.

La institución tiene en marcha el Repositorio de la Universidad de Oviedo (RUO), que recoge trabajos de investigación, patrimonio bibliográfico digitalizado, trabajos de fin de máster, tesis doctorales y artículos de revistas.

Este repositorio está enmarcado en el movimiento "open access" que quiere luchar, como explica Rodríguez, "contra la tiranía de los precios de las publicaciones; es una batalla que las universidades tendrán que ganar", porque "son unos precios insostenibles, que además tienen unos aumentos anuales de entre el tres y el cuatro por ciento". Baste decir que el año pasado la biblioteca se gastó en publicaciones 2,7 millones de euros.

La biblioteca sufrió recortes provocados por la crisis económica a partir del año 2012, que se tradujo en el descenso de la adquisición de publicaciones. No obstante, hay una recuperación desde 2017.

Ramón Rodríguez mira con esperanza el futuro de una biblioteca con la que hoy deja de estar vinculado. Pero la jubilación no implica el cese de su actividad. Le quedan todavía tres años de mandato al frente del Real Instituto de Estudios Asturianos, una institución con la que seguirá trabajando y por la que seguirá luchando.

Y también tiene que cumplir con los consabidos homenajes tras su retirada. El primero, que le brindan mañana a las ocho y media de la tarde sus paisanos llanerenses en el restaurante La Torre, de Pruvia (Llanera) -es oriundo de Tuernes el Pequeño, en la parroquia de San Cucao- y otro, el que le ofrece la propia Universidad el día 6 de marzo en el Edificio Histórico a las dos de la tarde. Cabe esperar que le lluevan elogios tras una trayectoria tan fructífera.

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