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La compra del sábado, todo un reto

Los asturianos madrugan para "barrer" supermercados y tiendas ante la mirada estupefacta de los comerciantes, que insisten: "No faltará comida"

Colas en el exterior de una frutería de Oviedo, que pide a los clientes esperar fuera. M. RIERA

Los asturianos decidieron en la mañana de sábado de ayer adelantarse a la celebración del Día mundial de los derechos del consumidor, hoy domingo 15 de marzo. Nunca esta efeméride tuvo tanto seguimiento. Y eso que ni la mayoría sabe de ella.

Si a las 9 de la mañana abrieron las primeras tiendas y supermercados, un minuto después ya estaban llenos ante la mirada estupefacta de los comerciantes y las cajeras. Hubo colas a las puertas desde bien temprano para hacer la compra del sábado, esa que suele ser tranquila y reposada, rematada habitualmente con un vermú con los amigos y la familia antes de volver a casa.

Nada que ver con la de ayer, de compras rápidas, compulsivas y, en algunos casos, con cierto riesgo por hacerse con el último paquete de papel higiénico o la única botella de lejía que quedaba en todo el barro. "Es difícil no dejarse llevar. Si se es responsable, malo, porque uno puede quedarse sin comida. Pero también es algo ridículo irse para el súper a llenar el carro sin pensar...", reflexionaba una mujer ante la frutería de un supermercado en el barrio de Pumarín de Oviedo. El local tardó poco en quedarse con muchos estantes -sobre todo los de papel higiénico y productos de limpieza- vacíos. Esto fue generalizado, hasta el punto de que en un supermercado de Gijón se organizaron grupos de voluntarios para reponer en cuanto se cerraran las puertas.

En una carnicería cercana llevan tres días trabajando a destajo. "Hay carne de sobra y el lunes (por mañana) llegará más", calmaba la carnicera a los clientes que poco a poco se agolpaban en su local. "Y además está todo fresquísimo, con el ritmo de ventas que llevamos es imposible tener producto aquí parado más de un día".

No hay mal que por bien no venga. Hay que consolarse. Falta hace consuelo tras una semana de miedos, en la que el consumo ha ido creciendo hasta niveles insospechados, mientras todo indica, asumen los comerciantes, que la situación así seguirá de nuevo a partir de mañana al empezar una de las peores semanas en cuanto al impacto del virus y entrar en vigor el confinamiento en los hogares.

Son muchos los negocios de alimentación que han optado por tomar medidas de precaución. En la calle Gascona de Oviedo, una frutería pide a sus clientes que guarden cola fuera: "Para velar por la salud de todos, no entrar más de 2 personas a la vez. Gracias". Así reza en el cartel a la puerta del local, donde la frutera atiende con mascarilla y guantes. Entre los compradores, división de opiniones: los hay que celebran el gesto responsable; otros, los menos, lo ven exagerado. Una señora de avanzada edad se da la vuelta con su carrito indignada por tener que esperar en la calle. Su mal humor tenía origen horas antes en el supermercado: "No se podía entrar de gente y no pude comprar nada".

La fruta llenaba la estanterías. Insisten que así será en los próximos días. Ahora bien, cuando ayer cerraron hacia las dos de la tarde, casi todo el género había volado. Lo mismo en otra tienda de alimentación cercana, en plena avenida General Elorza donde estos días sobran los semáforos para ayudar a los peatones a cruzar. Apenas pasan coches.

En el establecimiento tienen carne, fruta, vino, pan, conservas... Descartan problemas de abastecimiento y así lo recalcan. ¿Y en cerrar? "No podemos ni debemos. Somos sitios de primera necesidad", asume la dueña, provista de mascarilla y guantes.

Esto último, proteger boca y manos, no se le ha pasado por la cabeza a un pescadero del cercano barrio de Pumarín. "La gente te ve así y no entra pensando que tienes el virus", reflexiona. Los peces también vuelan del mostrador: escasea el salmón y la merluza. A tener en cuenta: por tradición, no habrá pescado para comprar en Asturias hasta el martes, pues mañana cierran los negocios del ramo.

"Sé de gente que tiene en casa comida para un año. ¿Qué va a hacer con ella cuando pase la alarma?", se preguntaba una panadera, a la que le quitaban las barras de la mano. El pan de cada día, asegura, no faltará. En garantizar que todo el mundo tendrá a mano comida se empleó a fondo a última hora de ayer el presidente del Principado, Adrián Barbón, quien pidió "civismo" y "sensatez" en las compras: "El abastecimiento de alimentos a las tiendas está asegurado, no peligra en absoluto". Queda dicho.

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