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Las mascarillas, deseables y deseadas

"Se debería haber pedido hace tiempo a la población que las llevase", afirma Borja de Yñigo, autor de una tesis doctoral sobre las protecciones, agotadas en las farmacias

Vicente Alonso

Pedro Sánchez evitó concretarlo en su comparencia de ayer, pero la recomendación de usar mascarillas a toda la población es uno de los próximos escenarios que maneja el Gobierno, como se desprendió de la intervención realizada el día anterior por el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Una condición poco menos que imposible de cumplir ahora mismo, teniendo en cuenta el desabastecimiento de mascarillas en las farmacias, a pesar del esfuerzo diario de centenares de asturianos en la elaboración artesana de protecciones con destino a colectivos vulnerables o trabajadores en activo en la lucha contra el virus.

La conveniencia o no de usar mascarillas es uno de los caballos de batalla desde que comenzó la crisis. ¿Son eficaces? ¿Crean una falta sensación de seguridad? Borja de Yñigo Mojado, podólogo de 35 años cuya tesis doctoral, de 2018, se centró en las mascarillas, lo tiene claro: "Al principio, cuando decían que la gente sana no tenía que usar mascarillas porque no servían para nada, yo me echaba las manos a la cabeza, y ahora están hablando de obligarnos a llevarlas cuando salgamos a la calle. Creo que es una buena medida que ya se debería haber tomado hace tiempo, o al menos no haber dado lugar a la confusión".

Parece extraño que un podólogo haya escogido las mascarillas como tema de su tesis doctoral, pero De Yñigo lo explica: "Fue debido a pequeños problemas de salud de origen respiratorio que me fueron surgiendo, y que yo achacaba a mi trabajo como podólogo, porque se pueden llegar a generar muchas partículas o aerosoles en nuestro puesto de trabajo. Por eso me decidí a investigar sobre las mascarillas que utilizábamos para trabajar".

La tesis del especialista, afincado en Villaviciosa, es que las autoridades restaron importancia a la utilidad de estas protecciones por temor a que hubiese una compra masiva por parte de la población y se agotasen para el personal hospitalario. "Pero si realmente fue así, deberían de haber explicado que las mascarillas son útiles pero que la prioridad para su uso era para el personal sanitario, o venderlas en farmacias con receta", apunta.

De mano, el Principado no va a recomendar, de momento, ponerse mascarilla. Así lo aseguró ayer el consejero de Salud, Pablo Fernández, durante su visita al hospital instalado en la Feria de Muestras. Fernández matizó que esa medida forma parte de algunos de los escenarios futuros que analizan los técnicos, pero que actualmente no se está planteando: "Una cosa es que el ministro diga que se está evaluando en un plano futuro su utilización y otra cosa es sacar como conclusión que se está recomendando. Hablar sobre escenarios futuros lo único que se hace es confundir a la población".

Desabastecimiento

Ahora mismo, las mascarillas son una pieza codiciada y difícil de conseguir. El desabastecimiento es total en las farmacias asturianas, lo mismo que ocurre con los geles desinfectantes. En la farmacia Requeijo, de Oviedo, aseguran que llaman al almacén y "ni las tienen ni tienen información de cuándo habrá, no sé si el lunes llegará algo". De momento, no hay ninguna instrucción del Colegio de Farmacéuticos, que les pone a la última sobre las recomendaciones del Gobierno. Muchos de los establecimientos farmacéuticos elaboran listas de espera con los clientes que las solicitan, pero, advierten, "las hacemos por hacer, porque no sabemos si habrá un cribado, un límite por persona".

De Yñigo advierte que, ahora mismo, la compra por internet obliga a adquirir en lotes varias mascarillas "a un precio algo superior a lo habitual, y tardan en llegar unos cuantos días". Una cuestión, la del precio, a la que promete meter mano el Ejecutivo central. "Vamos a garantizar la provisión de mascarillas y de geles y se establecerán precios controlados", aseguró ayer el Presidente.

La más recomendable, apunta el especialista, es una FFP3 sin válvula de exhalación. ¿Por qué? "Porque es la que más filtra, y sin válvula de exhalación porque la mayoría de las personas no tenemos hecho un test de COVID negativo, con lo cual no estamos al 100% seguros de que no estamos infectados, podemos ser portadores del virus y asintomáticos. Así será menos probable que pueda contagiar a otra persona con el aire que yo expire. Si no disponemos de mascarilla FFP3 o FFP2, utilizaría una mascarilla FFP1 sin válvula de exhalación. En el caso de que tampoco haya FFP1 utilizaría una de tipo higiénica con 2 gomas. Si no hay esta última usaría una quirúrgica, y ya en último caso usaría una mascarilla casera. Yo llevaría varias mascarillas a la vez".

La última alternativa, hacerlas en casa, "es mejor que no llevar nada, pero no es eficaz. Lo eficaz es un tipo de mascarilla filtrante", subraya Borja de Yñigo, que añade que la eficacia de algunas mascarillas filtrantes "no solo se basa en el entramado de fibras de su filtro, sino también en la carga electrostática que tienen". Ya puestos en la casera, "por lógica, mejor cuantas más capas lleven y con materiales que tengan el mayor entramado de fibras entretejidas". Las pantallas protectoras de plástico son complementarias, avisa, nunca una alternativa. La sujeción, con goma mejor que con tela, para asegurar el ajuste a nuestra cara.

¿Falsa seguridad?

El autor de la tesis doctoral sobre las mascarillas niega el llamado efecto de falsa seguridad, utilizado incluso desde algunas instituciones como argumento contra su utilización. Para Borja de Yñigo, "estos días se escucha que al llevarla nos llevamos la mano a la cara para ajustarla, pero hay bibliografía que asegura lo contrario, que al tenerla puesta uno tiende a tocarse menos la cara, nariz, boca y ojos. Lo que hay que dejar claro es que tenemos que tener bien lavadas las manos antes de poner la mascarilla y antes de quitárnosla, y que mientras que la llevemos puesta no debemos tocarla".

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