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Crisis del coronavirus

"Lo vimos venir y no nos hicieron caso", lamenta el personal del geriátrico de Salas

Rabia entre empleados de la residencia de Mallecina: "Cansamos de advertir que las diarreas no eran gastroenteritis; no hay derecho a esto"

Una ambulancia durante un traslado al centro de Barros. | JUAN PLAZA

"Desde el primer día, que hubo una señora con diarrea, nos cansamos de decirlo, que esto no es solo una gastroenteritis, que hay que tomar cuenta de ello. Ni caso nos hicieron, joder, ni puto caso. Perdóname por el lenguaje, pero es que esto es muy duro. Muy duro. Porque los queremos, nadie sabe lo que queremos a los abuelos, que los quiero con locura". El trabajador de la residencia de Mallecina que lo cuenta rompe a llorar. Lo hace varias veces a lo largo de la más de media hora que dura la conversación, que se produce ayer, alrededor de las tres de la tarde. En muchos momentos le ahogan las lágrimas. Porque "no hay derecho", repite una y otra vez. Porque "si les llegó la hora por otra razón, vale, pues les llegó, pero no por esta situación". Porque "uno ya no va a trabajar por dinero, va porque hace falta, pero al final ves cosas que son todas por la puta mierda del dinero", sentencia con la impotencia de quien lo ha intentado todo para prestar ayuda y en muchas ocasiones ha chocado con el muro de la incomprensión, de la falta de suficientes medios, del apoyo necesario para hacer lo correcto.

En el geriátrico que el viernes fue desalojado por el Principado tras producirse dos fallecimientos y el contagio de varios de sus empleados, la situación empezó a complicarse hace ya más de dos semanas. A este trabajador se le hace imposible recordar con exactitud las fechas en las que comenzaron a producirse los casos. La intensidad emocional de la situación y los turnos de trabajo extenuantes "te hacen perder la referencia de los días", dice. Pero insiste, "fue muy al principio, muy al principio cuando la primera residente se puso mala". Empezó con una diarrea que "no éramos capaz a cortarle". Es uno de los síntomas del COVID-19 y "todos sabíamos eso", dice.

Pero la consulta médica se hizo vía telefónica y se determinó que era una gastroenteritis. Empezó a haber más casos de fiebre. "Llamábamos a los teléfonos que teníamos para lo del coronavirusEn el SAMU siempre respondieron. Vinieron las ambulancias, marcharon para Oviedo con varios antes ya de que el viernes trasladaran a todos", relata.

De algunos tiene noticias. De uno sabe que está en el centro de Barros y se ha curado. De otro que estaba "muy malín", aunque no sabe a día de hoy cómo está ni dónde. El tercero es uno de los ya fallecidos. No quiere que se citen sus nombres, aunque los conoce perfectamente. "Los queremos con el corazón, que somos de nuestros abuelinos, de mirar por su salud, de tenerlos lo mejor que puedan estar y más ahora que somos lo único que tienen", explica. Y vuelve a llorar. Porque "no sabes la rabia que tengo, que no hay derecho, que estoy muy cabreado porque, aunque algunos piensen que somos tontos no lo somos, somos profesionales con experiencia, que si decíamos lo que teníamos que decir era porque lo estábamos viendo", añade.

Decisión del Principado

Decisión del PrincipadoEl pasado domingo, cree recordar, una ambulancia medicalizada, con dos enfermeras, ya se desplazó al centro para hacer pruebas. Solo a residentes con síntomas. Algunos positivos quedan en aislamiento en el geriátrico. Días más tarde, al menos uno más fue llevado al HUCA. Es a partir de hace aproximadamente una semana cuando empieza, señala, a tomarse mayor control de la situación. "Se detectó algún caso positivo y la Consejería de Salud puso al frente a una persona que comprobó que en el centro no se podían garantizar las medidas de seguridad y de aislamiento, por lo que se decidió trasladar a nueve personas asintomáticas al centro de Langreo. Pese a no tener síntomas, habían mantenido contacto estrecho con quienes sufrieron el contagio, y se decidió para ellas un aislamiento con garantías", explicó ayer el Principado sobre la decisión del llevar a cabo el traslado a Barros.

Cuatro fallecimientos más, y van 35

Cuatro fallecimientos más, y van 35Las residencias geriátricas asturianas sumaron ayer cuatro nuevos fallecimientos, después de que entre el jueves y el viernes no se hubiera registrado ninguno. Tres de las nuevas muertes se produjeron en centros privados y una en la pública Clara Ferrer, de Gijón, la primera en este establecimiento residencial. Así, el total de fallecimientos asciende ya a 35, según los datos facilitados por la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar.

El número de residentes infectados por el COVID-19 también ha aumentado, pasando de 243 entre las residencias públicas y privadas a 249 (6 más). También aumentaron en 14 los profesionales contagiados, hasta 120.

La Consejería de Derechos Sociales especifica que en las residencias públicas se ha producido un incremento de seis contagios entre los residentes, hasta un total de 190, y de 8 profesionales, y ya suman 76. Los fallecimientos se elevan a 26 con el registrado en el centro Clara Ferrer. El de Grado es el que más computa, con 17. El resto de geriátricos del ERA con fallecimientos son Palacio de El Villar, en Castrillón (6), y las de Santa Teresa y Naranco, las dos en Oviedo, con uno cada una. Las residencias afectadas por contagios se mantienen en 13.

Las residencias privadas, que en esta crisis dependen de la Consejería de Salud, registran 59 residentes infectados (igual que el viernes), 44 profesionales contagiados (6 más) y 9 fallecimientos, al sumar los tres nuevos. El total de centro privados afectados es 21, aunque Salud no facilita sus nombres.

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