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Crisis del coronavirus

Luis Sepúlveda, el escritor que redefinió el realismo mágico

El autor de "Un viejo que leía novelas de amor" es una figura clave de la generación que sucedió a la del "boom latinoamericano"

Luis Sepúlveda, en una imagen de archivo. | ÁNGEL GONZÁLEZ

Luis Sepúlveda contaba 24 cuando Augusto Pinochet quebró la democracia en Chile, en aquel aciago septiembre del 73. Cuatro años después, tras haber estado detenido por el régimen -acaso por su militancia comunista, acaso por su condición de periodista, acaso por ambas- Sepúlveda abandonó la patria y se convirtió en chileno errante que solo alcanzaría meta al conocer Gijón, ciudad que le fascinó a fuerza de acudir a la Semana Negra, y en la que residía desde 1997. Entre medias, Sepúlveda recorrió toda Latinoamérica, residió en Alemania y atravesó el mundo enrolado en las filas de Greenpeace.

En Alemania, donde vivió trece años, tuvo Sepúlveda un reencuentro crucial. Allí se reunió con la poetisa Carmen Yáñez, con quien se había casado en 1971 y había tenido un hijo, antes de una prematura separación. Reunidos y reconciliados, nunca volverían a separarse.

A Sepúlveda le alcanzó la fama en 1988, cuando escribió “Un viejo que leía novelas de amor”. Galardonada con el premio “Tigre Juan” y traducida a 60 idiomas, la historia de Antonio José Bolívar Proaño, un viudo que roza los setenta y encuentra la paz con una comunidad indígena y las novelas de amor, cautivó a millones de lectores y marcó un camino para toda una generación de escritores, la que siguió a los mitos del “boom latinoamericano”.

Con Sepúlveda, el “realismo mágico” de García Márquez adquiere una nueva dimensión, que el propio autor chileno identificaría como “magia de la realidad”. En un encuentro virtual con sus seguidores, el propio Sepúlveda lo explicaría así: “El realismo mágico (es una forma de expresar la peculiaridad latinoamericana, tiene fundadores muy reconocibles: García Márquez, Lezama Lima y Alejo Carpentier. De sus obras queda y quedará siempre precisamente eso, una acertada y original manera de contar, desde la peculiaridad de sus respectivos países, historias y culturas. Lo que no quedará son sus continuadores o imitadores, pues si el realismo mágico es eficaz para contar una historia centroamericana, no lo es a la hora de narrar una historia del cono sur”.

A partir de “Un viejo que leía novelas de amor”, Sepúlveda mantendrá siempre su conexión con los lectores, a los que periódicamente regalaba obras en las que son constantes ese componente mágico integrado en la realidad y un sentido trascendental de la ecología. El libro de relatos “Patagonia Express”, “Historia del fin del mundo” o “Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar” son algunas de las obras más conocidas de un escritor que también hizo puntuales incursiones en un medio, el cinematográfico, que le fascinaba. La más significativa, “Nowhere”, película de 2002 escrita y dirigida por Sepúlveda, ambientada en un país latinoamericano dominado por una dictadura en la que un grupo de opositores son secuestrados por militares y trasladados a una antigua estación de tren en medio del desierto.

La muerte, la misma que había logrado esquivar en su Chile natal tras el sangriento ascenso de Pinochet, alcanzó a Sepúlveda en esta segunda patria en la que se convirtió Asturias, tras varias semanas combatiendo una infección de coronavirus que había contraído en Portugal, durante un festival literario, y que también afectó a su mujer, Carmen Yáñez, por fortuna recuperada. Deja tras de sí una obra crucial para entender la literatura latinoamericana de las últimas cuatro décadas.

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