La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Rendirse al covid no era una opción"

El doctor Guerrero Sanz pronunciará el discurso del premio de la Concordia como portavoz de un grupo de sanitarios, donde estarán también representados familiares de profesionales fallecidos por el virus

José Eugenio Guerrero Sanz.

"Hubo cansancio, agotamiento, desaliento... pero rendirse no era una opción. Había que seguir adelante". Este sentir común es uno de los mensajes que el doctor José Eugenio Guerrero Sanz, jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y del Grupo Hospitalario HM, expresará mañana viernes en el discurso que pronunciará en nombre del colectivo de sanitarios españoles que recibirá el premio "Princesa" de la Concordia. Un total de 15 personas representarán al conjunto del sector, en un intento de que todos y cada uno de ellos reflejen la lucha contra la pandemia y también las miles de historias personales que han vivido, y siguen viviendo, en el día a día.

"Recibir este premio es posiblemente uno de los máximos reconocimientos a los que puede aspirar cualquiera. Es el Nobel español, y haber sido elegido además para pronunciar el discurso es todo un orgullo". El doctor Guerrero Sanz podría contar cientos, miles de historias vividas en la primera ola de la pandemia, y también ahora, en la segunda que azota con fuerza Madrid. "El problema es que ahora a los sanitarios nos pilla cansados. Pensábamos que tendríamos unos meses para recuperarnos, que la segunda ola sería a finales de octubre, pero ya tuvimos los primeros casos a finales de agosto. A los sanitarios no nos ha dado tiempo a recuperarnos", asegura.

El jefe de la UCI del Gregorio Marañón asegura que el 30 o el 40 por ciento de las camas de estas unidades están dedicadas a enfermos por covid-19. "La diferencia con la primera ola es que antes no se trataba al enfermo que no padecía covid, y ahora sí", asegura.

El doctor José Eugenio Guerrero Sanz vivió en primera línea la expansión del sida, los infectados por el aceite de colza, y hasta el 11-M, "pero como esto, no ha sido nada", afirma. Aun así, quiere lanzar dos mensajes. Uno es de optimismo, porque "habrá una vacuna y aprenderemos a vivir con el covid, como con la gripe". Y el otro está relacionado con el premio: "La concordia no se entiende sin solidaridad, y eso ha permitido que controlemos la pandemia durante una época. Y lo volveremos a conseguir".

Ahora, al personal sanitario, como al militar, se le supone el valor, de ahí que este premio "Princesa" de la Concordia tiene además unos destinatarios que no podrán estar físicamente, pero que en la mente de todos serán los grandes homenajeados: los que perdieron la vida cumpliendo con su labor y siguiendo la llamada de su vocación.

Esa es la historia de Sara Bravo López, que acababa de empezar a ejercer la profesión con la que siempre soñó como médica de familia en el centro de salud de Mota del Cuervo, en Cuenca. Falleció con sólo 28 años al contagiarse en un servicio de urgencias en el que atendió, en primera línea, a pacientes infectados por el covid-19. El relato de su familia es que Sara hizo la guardia de un compañero y atendió a dos pacientes de Madrid que presentaban síntomas de coronavirus. Pero ella carecía de medios para protegerse. Ahí se infectó.

La enfermedad empezó a afectar a la salud de la médica, que acabó acudiendo en su coche al servicio de urgencias del Hospital La Mancha Centro. Creyó que le ordenarían el confinamiento y le darían un tratamiento, pero se quedó ingresada. Semanas después fallecía en el mismo centro hospitalario. Y lo haría sola, después de despedirse por teléfono, antes de que la intubaran, de su madre, Teresa López Pernia, que será quien acuda a recoger el "Premio" en nombre de su hija.

Sara Bravo López fue la cuarta sanitaria que falleció en la primera ola de la pandemia en España, pero según el Ministerio de Sanidad, hasta el pasado 7 de octubre estaban registrados 64.847 profesionales contagiados; y 63 fallecidos hasta el 5 de junio.

Entre las víctimas morales están Tomás Mijimolle y María del Carmen Cuadrado, ambos farmacéuticos en Leganés (Madrid), una de las zonas más afectadas por el virus. Él tenía 79 años, y ella, 82. Hacía más de 50 años que se habían conocido y fallecieron con tres días de diferencia el pasado mes de marzo. "La farmacia era su vida; no tenían pensado jubilarse, querían seguir atendiendo a sus clientes de siempre. Y así fue como se contagiaron", relata una de sus hijas, Nieves Mijimolle, que acudirá a la entrega de los Premios acompañada de su hermana Carmen.

"Esta es una profesión muy vocacional y a ellos les encantaba. Mi padre no concebía que en un momento tan duro, de tanta dificultad y con tantas personas enfermas, no estuviera para atender a quienes necesitaban ayuda", asegura Nieves Mijimolle. Un lunes, Tomás dijo no encontrarse bien y se quedó en casa. Ya estaba contagiado y María del Carmen no entendía que tuviera que separarse de él. Y juntos continuaron hasta el final.

Estas son sólo algunas de las miles de historias que podrían relatar todos y cada uno de los 15 sanitarios españoles que mañana representarán al conjunto del sector en los premios "Princesa de Asturias". Neumólogos, internistas, profesionales de la enfermería, auxiliares de enfermería, médicos residentes, técnicos de emergencias sanitarias, el sector sociosanitario, celadores, personal de limpieza y todos y cada uno de los integrantes del sector sanitario español.

"Hay que tomar medidas para que este virus no avance. Es una enfermedad muy grave, pero siempre se comporta igual, por eso es imprescindible la responsabilidad de todos para que no se descontrole". Es un mensaje que ayer lanzaba el doctor Guerrero Sanz en nombre de todos los profesionales héroes de la Sanidad.

Compartir el artículo

stats