Oviedo

El orbayo y la nieblina, esas dos características climatológicas de Asturias tan molestas como peculiares, han sido en realidad los verdaderos conservantes del mantenimiento del bosque autóctono asturiano. Aunque la llegada del invierno suele dejar a la mayoría de los árboles de nuestra región desnudos, esta caída de la hoja viene siempre precedida de una de las estampas más esperadas del año, donde los colores ocres se entremezclan hasta pintar un indescriptible óleo de colores en el monte asturiano.

La climatología propia de Asturias, su alto nivel de humedad y sus temperaturas templadas son las verdaderas gestoras del monte autóctono, el mayor de los valores paisajísticos de la región y del que más se presume fuera de sus fronteras. El bosque de Muniellos, el parque natural de Redes, el hayedo del monte Peloño, el bosque de Pome, la carbayera de Tragamón y la Reserva de la Biosfera de Oscos-Eo son la riqueza «más perenne» de Asturias.