En su momento, ya don Álvaro Flórez-Estrada, acaso el somedano más ilustre de los muchos preclaros personajes nacidos en este concejo, marcó la pauta fijando por un tiempo de su vida su residencia en Grao. Y es que tanto para el bajo Narcea como para Belmonte y Somiedo, las villas de referencia, más allá de sus municipios, son Grao, Salas y Pravia. Así, a día de hoy, los pocos alumnos de Secundaria empadronados en esos concejos acuden en su mayoría a los institutos de Grao y de Salas.

Que en tiempos de don Álvaro hubiera desde Somiedo un largo camino a Grao se entiende sin esfuerzo alguno. Aun así, en el sentir de estas comarcas, la villa moscona no estaba lejos. Lo inadmisible es que en pleno siglo XXI los alumnos belmontinos y somedanos no tengan garantizado llegar a clase a primera hora, debido, entre otras cosas, a las dificultades que presentan las carreteras, en obras, desde Aguasmestas a Belmonte.

El sagrado derecho a la escolarización obligatoria que tanto se invoca colisiona con unas obras cuyo ritmo de avance es incomprensiblemente lento. No hace muchos días, tras las primeras y últimas nevadas que cayeron en lo que va de año, Vicente Díaz Peñas firmaba un excelente y esclarecedor reportaje en este periódico que ponía de manifiesto esto que decimos. Y el hecho es que el problema sigue sin resolverse.

Piense el lector por un momento en lo que supone en estos tiempos que un alumno del concejo de Somiedo se vea obligado a residir durante la semana en la Escuela Hogar de Belmonte para poder acudir al instituto y que, ni siquiera así, tenga garantizado poder estar a primera hora de la mañana en su centro de Secundaria.

Piense el lector por un momento que la vox pópuli dice que las obras no estarán terminadas hasta septiembre, toda vez que por allí pasará la Vuelta Ciclista. O sea, que parece más importante una prueba deportiva con cámaras de televisión filmándola que el día a día de unos ciudadanos en pleno siglo XXI. Esto, que es de una gravedad alarmante, planteado en términos de dignidad democrática se acepta con una resignación que refleja la falta de exigencia de los unos, lo que lleva aparejada la desatención por parte de quienes están obligados a atender las necesidades de sus conciudadanos.

Hay, pues, un largo camino a Grao desde tierras somedanas y belmontinas. No hablamos ya de la deficiente red de transporte público para una población mayoritariamente envejecida, sino también de un transporte escolar que no puede garantizar los derechos básicos del alumnado. ¿Por qué tanta demagogia e hipocresía cuando se habla de la voluntad de fijar población por parte de los responsables públicos?

Hay un tramo de la autovía entre Grao y Doriga que, según la ministra que nos visitó el 6 de febrero, estará listo en 2008. ¿Será verdad? Hay un largo camino Pigüeña y Narcea abajo hasta la villa moscona.

Hay unos ciudadanos que viven sin en su mayor parte sin saneamiento y sin recogida selectiva de basuras en sus pueblos; también sin transportes que garanticen la llegada en punto a clase. El mensaje que se les transmite con los hechos es claro.

Para ser ciudadanos de primera, abandonen sus casas y tierras y vénganse al centro, sobre todo si piensan ejercer el derecho a la escolarización de sus hijos en óptimas condiciones.

Hay un largo camino a Grao, un itinerario interminable hacia la ciudadanía de primera.