La Comisión Geográfica Nacional, dependiente del Ministerio de Fomento, declaró el pasado mes de marzo que el nombre oficial del estuario sería el de ría de Ribadeo. La noticia cayó como un jarro de agua fría en el lado asturiano y levantó de nuevo la polémica sobre el nombre del estuario (en la fotografía de la izquierda). Polémica que viene de antiguo y que se avivó cuando, en el año 2002, el Rey otorgó al ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo el título de marqués de la Ría de Ribadeo. A cada lado del Eo se encuentran motivos por los que el estuario se debe llamar de uno u otro modo y lo que sí está claro es que la decisión de Fomento en nada cambia los topónimos empleados por los vecinos, informa T. CASCUDO.

Castropol / Ribadeo,

T. CASCUDO

La ría del Eo, frontera natural entre Asturias y Galicia, ha sido motivo de desencuentro entre los gobiernos autonómicos de uno y otro lado del estuario desde hace décadas. La última polémica, suscitada tras salir a la luz el proyecto de una nave semiflotante en el puerto comercial de Mirasol, en Ribadeo, no ha hecho sino reabrir el debate sobre a quién compete autorizar las actuaciones en la ría.

En los últimos días, políticos de todos los colores, alcaldes de la comarca y pescadores del estuario han vuelto a poner de relieve la necesidad de una gestión conjunta para la ría del Eo. Y más en un momento en el que la comarca bañada por el Eo ha sido designada Reserva de la Biosfera. Muchos creen que este hecho brinda una oportunidad única para crear un organismo gestor con poder ejecutivo para decidir qué es lo que se hace o se deja de hacer en el estuario astur-gallego.

El lado asturiano es el que ha salido peor parado de las actuaciones ejecutadas por el Gobierno de la Xunta. La obra más polémica de cuantas se han hecho en el estuario ha sido la construcción de una escollera en el puerto ribadense de Porcillán. Este asunto llevó a los gobiernos asturiano y gallego a los tribunales, una querella que perdió el Principado. Y no sólo perdió la querella, sino que salió mal parado con la actuación, que cambió sustancialmente las corrientes de la ría, provocando el aumento del tesón de arena en el centro del estuario, con lo que eso significa para la navegabilidad de la misma.

La escollera se construyó en 1994, comiendo a la ría una superficie de 22.000 metros cuadrados. Posteriormente, Ribadeo ha seguido creciendo a costa de la ría, ya que también llevó a cabo un polémico relleno en la dársena de Figueirúa, en 2004, para ampliar el puerto comercial de Mirasol. Estas actuaciones se encontraron con el rechazo de los vecinos de ambos lados de la ría, quienes salieron a la calle para impedir los proyectos que, pese a todo, al final, salieron adelante.

Estas actuaciones han repercutido en la saturación de arena de los canales de entrada y salida, un fenómeno que perjudica a los pescadores y mariscadores de ambos lados, que se ganan el pan con los productos de la ría. Asimismo, es un problema para Astilleros Gondán, en Figueras. En la última botadura, hace dos semanas, el director de la empresa, Álvaro Platero, hizo hincapié en la necesidad de dragar de forma integral la ría, pues cada día es más difícil su navegación.

Por eso Asturias mira con recelo cualquier nueva actuación en Ribadeo y por eso reclama su derecho a opinar sobre todo lo que ocurra en el lado gallego del estuario, porque tiene consecuencias en la orilla asturiana.