Lantoira (Castropol),

Jorge JARDÓN

A veces, uno da con artesanos que hacen de su oficio una virtud. Tal es el caso de Moncho Vázquez, que ejerce su actividad en Lantoira, en el concejo de Castropol, de manera discreta y con una perfección tal que asombra a quienes le conocen.

Vázquez nació en Galicia y un día comprobó cómo la Xunta se dedicaba a dar clases de artesanía para mantener la tradición y evitar que los oficios tradicionales se perdiesen. Así es cómo él aprendió a trabajar el mimbre en todas sus diversidades. Lo mismo se dedica a las cestas de patatas o de pesca, que fruteros, revisteros, sillas o mesas. Es decir, que todo aquello que se refiere al mimbre entra dentro de su actividad. Señala Moncho que dominar la técnica del mimbre es cuestión de mucho tiempo, pero él ha tenido la fortuna de aprender el oficio de un verdadero maestro, de esos hombres con muchos años de dedicación al oficio. Así que Moncho se hizo con una plantación de mimbre que le garantiza la producción, aunque haya tenido que aguardar de dos a tres años para que saliera fuerte y robusto. Ahora, cada mes de enero corta el mimbre, lo almacena en un sitio seco y después lo remoja en agua para que adquiera flexibilidad cuando va a ser utilizado.

Reconoce Moncho que hacer un buen tejido no es cosa fácil, ya que el trabajo ha de resultar sólido, consistente y muy bien trenzado, de forma que casi no se distinga donde está el remate. Explica el artesano que en los últimos años el negocio está siendo acaparado por los chinos, pero es una cuestión de precio, «no de calidad». Moncho dice que está conforme al poder mantenerse en la actividad, ya que sus productos salen a través del comercio y los encargos en su casa. Tiene la compensación de ser requerido para dar cursos por asociaciones y ayuntamientos de toda la comarca astur-galaica, y para actividades programadas por la Xunta o por el Principado. Incluso desarrolló un curso para mujeres de etnia gitana en el Ayuntamiento de Soto de Ribera, dentro de un programa europeo de integración.

Moncho Vázquez está convencido de que los trabajos en mimbre no pueden hacerse a lo loco, sino que hay que dominar varias técnicas: el tejido, el remate y los fondos.

Vázquez lucha por mantener el oficio y su esencia, y por ello sigue apostando por los métodos más antiguos y más puros.