Personal

Marcelino Méndez, hijo de un zapatero veigueño, nunca se casó pese a que, confiesa, dejó en Suiza a uno de sus grandes amores. Ahora en Vegadeo, donde vive con su hermana, se dedica a recopilar viejos documentos y a hurgar en la historia local. El trastero de su casa es una auténtica biblioteca donde se pasa horas archivando e investigando.

Profesional

Con 22 años se marchó a Madrid en busca de trabajo y se topó con un billete a Suiza. Allí pasó casi treinta años ocupando diversos puestos, primero como obrero y fabricante de casas de madera, después como asesor de inmigrantes. En 1989 regresó a España y nunca más volvió a pisar suelo suizo: «Siempre digo que voy a ir, pero al final no lo hago».