Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

Antón Chicote, de nombre Antonio Menéndez, es una de las figuras imprescindibles de la cultura popular canguesa. Es por que eso que el hecho de que le hayan concedido la medalla de oro del noroeste español a uno de sus vinos, el Penderuyos Selección, se ha tomado como un premio a la tradición vinícola de toda la comarca, un reconocimiento a la fusión entre lo más clásico del concejo y la mejora continua de los nuevos tiempos.

Antón recibía, en la mañana de ayer, la felicitación de los clientes habituales de su chigre, situado en el medio de la villa. Entre risas invita a algún que otro vaso, «pero no os acostumbréis». Ha tenido que explicar que se presentó al concurso de vinos del noroeste español, organizado en Ponferrada, donde consiguió esa medalla de oro, porque creía mucho en su vino, recordando que «sólo nos presentamos porque vimos que tenía una calidad muy grande. Destacan de él que está muy bien hecho, muy equilibrado. No hay ni demasiada acidez, tiene buenos grados, el aroma... bueno, destacan que está muy redondo en todos los sentidos».

Lo que este premio significa, a decir de Antón, es «un orgullo y una gratificación al trabajo duro, y se puede aplicar a todas las bodegas de Cangas. Yo fui de los primeros que empecé, y ya hay seis bodegas. Antes hacíamos las cosas mal, algunas por lo menos, y ahora hemos ido aprendiendo. Así que sumando lo que ya sabíamos, lo que hacíamos bien, con lo que hemos aprendido estos años, ya podemos decir que estamos haciendo un gran vino, un vino de calidad al que le dan premios por ahí».

El gran secreto de este Penderuyos Selección es que toda su uva procede de una misma viña, que da nombre al vino, y que está situada en una de las mejores laderas, para las vides, del pueblo de Limés. Al estar orientada al sur, con la pared en el lado norte, se produce en ella una maduración más rápida que en otras viñas. Como la vendimia se realiza toda el mismo día, esto significa que esa uva suele estar unos quince días más adelantada y, por lo tanto, con esa mayor graduación. Al elaborar el vino, en casa de Antón ya se dieron cuenta de que tenían entre manos una joya y la han mimado hasta el extremo. Explica el protagonista que «sólo pudimos hacer 2.000 botellas, pero estamos muy contentos de como han quedado. Quiero dar las gracias, también, a todos los que nos ayudaron a la hora de realizarlo, que esto no es labor de unos pocos».

Y es que Chicote se refiere a uno de los ritos tradicionales más arraigados del concejo, que es la vendimia en su casa. Por norma general es capaz de atraer, entre amistades, conocidos y, recientemente, curiosos que quieren participar, a cerca de un centenar de personas que acuden a su casa el día de la vendimía para ehcarle una mano. Como no puede ser de otra manera, estos trabajadores voluntarios no renumerados se encuentran con una comilona en cuanto acaba la recoleción y, por si fuera poco, una verbena de baile con música en directo. Un espectáculo, la vendimia de Antón Chicote.