Tapia de Casariego,

T. CASCUDO

«Polisones y miriñaques». Éste el título de una exposición de prendas antiguas que rescata la moda femenina de finales del siglo XIX y principios del XX. Luz González Bousoño es la protagonista de esta interesante iniciativa en la que se pueden ver desde bolsos y sombreros a vestidos, ropa interior y todo tipo de objetos de la época. Por supuesto, los polisones y los miriñaques -estructuras que se colocaban bajo el vestido para dar volumen a las prendas- tendrán especial protagonismo. Además, el escenario no podía ser más apropiado. Y es que será el teatro casino de Castropol donde se pueda visitar la muestra entre los días 4 y 18 de julio.

Es el segundo año que Luz González, propietaria de una tienda de antigüedades en Tapia, se anima a organizar una muestra de este tipo. Le sirve para darse a conocer y también abre nuevos canales de venta. No en vano, cuenta, el año pasado dio salida a todos los artículos de la muestra. Este año dice que no quiere deshacerse de todos los artículos, pues algunos tienen especial interés y quiere guardarlos para su colección particular. Los precios son aptos para todo tipo de públicos, ya que oscilan entre 10 y 500 euros.

La exposición comienza presentando los polisones que permitían a las mujeres que el vestido abultase por la parte trasera, y los miriñaques, que con una estructura más uniforme, lograban dar forma abombada a toda la falda. En total habrá más de una treintena de prendas. La más antigua, por cierto, del año 1859, es un vestido de cuadros procedente de América.

«El año pasado la ropa era más sencilla; en cambio, esta exposición va dedicada a mostrar trajes de gente más pudiente, son trajes muy vistosos y elegantes», precisa Luz González Bousoño. Durante meses, esta empresaria se ha dedicado a recorrer tiendas, exposiciones y a tratar con anticuarios para dar con los artículos. Algunos también los ha localizado en casas de la zona, especialmente de Navia y Castropol. No obstante, confiesa, la mayor parte de la colección procede del otro lado del Atlántico y de otros países de Europa. «Por la zona sigue habiendo cosas, pero mucha gente no se atreve a llamarte porque las prendas están en mal estado», explica. Eso no es problema para esta comerciante que restaura y acondiciona la ropa para que vuelva a lucir como antaño.

Precisamente el estado de conservación de la ropa que protagonizará la exposición es desigual. Habrá desde artículos que bien podrían usarse con toda normalidad a día de hoy, a prendas que apenas puede planchar por la extrema debilidad del tejido.

A la hora de destacar algún artículo, no duda en señalar un vestido de presentación en sociedad o baile en tono beige. Se trata de un modelo americano fechado en 1900. También le gusta especialmente otro que define dentro del «estilo Titanic». Es negro y de cola.

En los trajes predominan las sedas, los terciopelos, los rasos y el encaje. Son prendas muy elaboradas y distinguidas llamadas a realzar la figura de la mujer.

Entre las curiosidades de este año figuran cajas de sombreros auténticas, así como una caja de una mantilla de novia que localizó en una vivienda de Castropol. En la muestra, todas estas piezas lucirán junto a fotos antiguas y carteles identificativos.

Lo que dejará claro, en todo caso, esta exposición -que estará abierta del 4 al 18 de julio- es que las mujeres de aquella época tenían una gran resistencia y fortaleza. Porque no era tarea fácil resistir largas jornadas portando la pesada carga de sus trajes.