Castropol, T. CASCUDO

Castropol confía en que antes de que concluya el año comience la tramitación del nuevo puerto deportivo de la localidad. La actuación, impulsada y financiada por la iniciativa privada, tiene listo el anteproyecto y está en fase de redacción del estudio de impacto ambiental. El Alcalde, José Ángel Pérez, espera que la administración avale el proyecto, ya que «no les supondrá desembolso económico alguno» y añade: «Es un proyecto por el que Castropol no puede esperar más. Lo necesita ya porque es básico para el futuro turístico de la localidad».

De salir adelante, el nuevo puerto se construirá en la zona de entrada de la villa, frente a la ensenada de La Linera y a la izquierda del cuartel de la Guardia Civil. Es una firma privada la que se ocupa de redactar el proyecto y lo hace, en palabras del regidor, con «una especial sensibilidad a los impactos medioambientales. Quieren hacerlo todo con cuidado y detalle». No obstante, el Alcalde rehusa dar el nombre de la entidad promotora. El planteamiento inicial baraja la construcción de unos 800 amarres (en dos fases de 400 cada una), que competirían con los existentes en los vecinos puertos de Figueras, también en suelo castropolense, y Ribadeo.

De forma paralela, la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio e Infraestructuras acaba de adjudicar las obras de adecuación de la explanada portuaria e instalación de una grúa en el actual puerto de Castropol. La empresa Nemesio Bedia Construcciones ha sido la adjudicataria de los trabajos por importe de 228.802 euros.

El Alcalde dice que esta instalación ha sido largamente demandada por los usuarios náuticos ya que tenían dificultades para sacar las embarcaciones de la ría. Pérez asegura que esta inversión no es incompatible con el nuevo puerto, ya que es consciente de que por la lentitud de los trámites no será una realidad como mínimo hasta dentro de dos años. No obstante, defiende la necesidad del nuevo muelle, ya que la zona portuaria actual es poco segura para el amarre por su situación y por su exposición a las corrientes. No en vano, el único pantalán disponible se saca cada año a tierra tras la temporada estival por motivos de seguridad.