Castropol,

T. CASCUDO

«Santiniebla tiene en cambio la ría. Cuando a la caída de una de esas largas tardes de verano se baja de la senda que desde lo alto de la colina lleva hacia el malecón, el denso perfume del mar, el misterioso grito de las gaviotas sobre la brillante superficie de las aguas, sólo encrespadas allá, entre las sombrías rocas que guardan la entrada de la ría, entonces yo os aseguro que poco accesible será a la naturaleza quien no sienta sus pupilas enturbiadas por las lágrimas».

Es una de las brillantes descripciones que el poeta sevillano Luis Cernuda (1902-1963) escribió sobre Castropol, a la que identifica con el nombre imaginario de Santiniebla. Alude así a «las tinieblas, la lluvia y el viento, cotidiana trinidad que presidía los días», que encontró a orillas del Eo. Y es que, pese a que la efeméride haya pasado casi desapercibida, este verano se han cumplido setenta y cinco años de la visita que el poeta realizó al occidente asturiano.

Las vivencias y sensaciones de Cernuda durante su periplo por la comarca se reflejan -en parte- en su relato «En la costa de Santiniebla». El escrito no se publicó hasta dos años después de su estancia castropolense; concretamente, vio la luz en octubre de 1937, en la publicación «Hora de España».

Pero, ¿a qué se debió la visita de Cernuda? El poeta fue uno de los integrantes del Patronato de Misiones Pedagógicas (institución creada por la Segunda República para llevar la cultura hasta las zonas rurales del país), que en el verano de 1935 planteó un programa cultural en el Occidente. La campaña había sido organizada de manera conjunta con la Biblioteca Popular Circulante de Castropol (BPCC), entidad que compartía la misma filosofía de ofrecer cultura a los habitantes de las zonas rurales.

El programa proyectado para aquel verano fue ambicioso e incluyó representaciones de títeres, charlas, sesiones de cine y lecturas comentadas. Precisamente, a Cernuda le tocó ocuparse de las conferencias, en las que hablaba sobre los objetivos del Patronato. Las actividades, muy comentadas en la prensa local de la época, no se ciñeron sólo a la villa castropolense sino que se repartieron por las diferentes sucursales de la Biblioteca Popular. De ahí que Cernuda recorriera parte del concejo de Castropol y el de Vegadeo y que visitara, asimismo, los pueblos tapiegos de Serantes y A Roda y la capital franquina, La Caridad.

El relato de Cernuda permite trazar un viaje por Castropol y por los pueblos ribereños que rodean la localidad. Con esa idea nació la ruta literaria «Lugares y palabras» que, ideada por la Biblioteca «Menéndez Pelayo», de Castropol, propone un viaje a aquel verano de 1935 y a las calles y lugares que visitó y después narró el poeta. La ruta se estrenó en abril, coincidiendo con el día del libro y dentro de una propuesta de la red de bibliotecas asturianas. Se trataba de organizar itinerarios literarios que vincularan las bibliotecas con escritores de la comarca. En este caso, se preparó en sintonía con el Ayuntamiento castropolense, de tal modo que también se promociona a través de la oficina de turismo del concejo como un aliciente más de Castropol.

Manuela Busto, la bibliotecaria, explica que llama la atención «lo identificable que es el Castropol de hoy con el que conoció Cernuda». Gran parte de las calles y, sobre todo, las vistas siguen intactas. Este paseo evocador por la costa de Santiniebla engancha al visitante con una foto -de las pocas que se conocen de Cernuda en Castropol- donde posa en bañador en la playa de Salías. Cernuda aparece reflexivo, con la villa a su espalda y rodeado por las tinieblas que le acompañaron en aquellos días de mal tiempo, pese a ser el mes de agosto.

Este «viaje imaginario», como lo define Busto, al verano del 35 empieza en la parada de Alsa, donde posiblemente Cernuda pusiera por primera vez el pie en tierra castropolense. También incluye una visita al hotel Guerra -hoy desaparecido, aunque no la casa que lo acogió-, donde se alojó el poeta. El recorrido se adentra luego en las calles y plazas que pisó el poeta andaluz y también se asoma a los balcones desde los cuales se avista la costa asturgalaica de la ría.

El folleto con el que Castropol promociona la ruta incluye fotografías antiguas de los lugares que vio Cernuda en la época en que los conoció. «Las fotos están fechadas en una horquilla de entre cinco y diez años posteriores y anteriores a 1935», precisa Busto, quien señala que este trabajo es una primera piedra para que no se olvide la vinculación de Cernuda con Castropol.

La ruta «Lugares y palabras» es una propuesta de la biblioteca por rescatar trocitos de historia local y ofrecérselos al público convertidos en propuesta de ocio. «Está abierta a cualquier asociación o entidad a lo largo de todo el año. La ofertamos a todo el mundo e incluso la adaptamos a las necesidades del visitante», precisa Busto. El recorrido se realiza a pie y tiene una duración de una hora y media. No obstante, es posible ampliarlo a todos los concejos ribereños del Eo, siguiendo la huella del sevillano.