Pola de Allande,

Pepe RODRÍGUEZ

La Guardia Civil tiene el encargo primordial de proteger a los vecinos, pero poco pudo hacer el lunes por evitar la muerte de Mario González Ochoa, vecino de Allande, en la carretera del puerto del Palo. El hombre, de 72 años y vecino del barrio de Solares, en Pola de Allande, había acudido hasta el puerto para ver cómo estaba la carretera y comprobar si se podía pasar, porque por la tarde quería acudir, junto a su mujer y a una hija, a San Emiliano a un entierro. Cuando bajaba el puerto en dirección a su casa un coche de la Guardia Civil se situó detrás de él por casualidad.

Los guardias empezaron a notar que el coche daba bandazos y no circulaba ciñéndose al carril derecho. A la altura de La Viña le adelantaron para averiguar qué pasaba y le mandaron parar. Así lo hizo Mario, pero al abrir la puerta de su coche e intentar salir ya se quedó paralizado. Impresionados, los guardias llamaron a las asistencias y trataron de reanimar al hombre, pero nada se pudo hacer por su vida.

La hipótesis más sencilla es que el fallecido estaba sufriendo el ataque al corazón al volante y por eso el coche se estaba descontrolando, por lo que la actuación de la Guardia Civil puede que evitase un accidente de mayor calado. Mario González Ochoa era un vecino muy apreciado de la villa y capital de Allande. Hacía tiempo que se había retirado de su trabajo de fontanero y no era muy habitual verle por los bares, pero en ellos todo el mundo tenía una palabra amable para él, pues era de caracter afable y agradable, un clásico «buen paisano».

Había nacido en el mismo barrio donde siempre vivió y últimamente se dedicada a la jardinería como afición. Así, al menos, lo cuentan los parroquianos del bar La Nueva Allandesa, que recordaban «al bueno de Mario». El allandés fallecido deja viuda y tres hijas. El funeral, al que seguirá el entierro, está previsto para las doce del mediodía de hoy en Pola de Allande.