San Pelayo (Villayón)

En la Guerra de la Independencia de Angola (1975), en la primera expedición española a la Antártida (1983) o en el terremoto de México de 1985. Ofelia García tomó parte activa en todos estos acontecimientos y, lo más relevante, lo hizo sin moverse de su casa de Navia gracias a la magia de las comunicaciones por radio. García se convirtió en la década de los sesenta en la primera mujer radioaficionada de España, un hobby al que ha dedicado su vida.

«EA1AWO» es su distintivo en el argot de la radioafición y el nombre por el que la conocen muchos de sus amigos, dispersos por el mundo. Ofelia García recuerda aún aquel momento «emocionante» en el que logró su primera comunicación. «Mi marido construía equipos y antenas en plan experimental y me pedía que contactase para probar que funcionaban. Cuando logré el primer contacto fue algo muy emocionante, a partir de ahí saqué mi indicativo».

Natural de San Pelayo de Arbón (Villayón), Ofelia nació en 1941 en una familia de agricultores. «Sólo pude ir a la escuela del pueblo y trabajé en el campo hasta que me casé». Con 21 años contrajo matrimonio con Manuel Gayol, el hombre que le abrió las puertas de la radioafición y que, según explica, «me dejó ser libre».

Dice Ofelia -que recibió buen número de reconocimientos por su trabajo, siempre altruista- que el valor de la radioafición reside en que permite establecer comunicación con el mundo entero y «en situaciones de catástrofes funciona cuando el teléfono se apaga».

Por eso en la retirada de los militares portugueses de Angola logró contactar con radioaficionados del país africano para tener noticias de bajas y supervivientes y trasladarlas a sus familias en Portugal. «Fue una de las experiencias más tristes que viví. Tuve que pasar a algún niño la noticia de que su padre no iba a regresar». No se olvidará tampoco del terremoto de México, en el que se dedicó a localizar a personas: «Cada noche encontraba a alguien. Desde Estados Unidos me pasaban nombres y al día siguiente pasaba los datos de los localizados y los que habían fallecido».

Pero no todo fueron noticias tristes. También logró poner en contacto a emigrados a América con sus familias en la zona y lograr apoyos para salvar a personas enfermas como lo hizo con un niño al que había que operar en Estados Unidos. «Movía los hilos y ponía en contacto a mucha gente. Dormía muy poco y pasaba las horas de la noche contactando. Pese a todo era feliz porque tenía amigos por todas partes», explica.

Pronto destacó por su agilidad y capacidad para resolver asuntos de lo más variopinto. Empezó a colaborar con Protección Civil y terminó siendo coordinadora de la parte occidental. En 1983 recibió de la entidad la medalla de oro al mérito con distintivo azul por su estrecha colaboración.

Personas desaparecidas, inundaciones, incendios? Ofelia estaba para todo. Recuerda especialmente el incendio de 1985 en Vegadeo. «Formé una red de radioaficionados de aquí a Vegadeo y trasladaba la información a los responsables del gobierno en Oviedo». Asegura que no se despegó del equipo de radiotransmisión hasta que el fuego quedó apagado.

Pero si hay algo que le gusta más que la comunicación por radio es la telegrafía y el método morse. «Llegué a hacer sesenta palabras por minuto y acabé hasta perdiendo el tacto en un dedo. Pero me permitió contactar con los sitios más lejanos». Cuenta esta mujer luchadora que la señal morse siempre la atrajo y hasta que no consiguió entender sus secretos no paró.

Ofelia dice que será radioaficionada hasta la muerte, pese a que cada día son menos los que comparten esta afición, un vehículo de comunicación universal. «Tiene magia y creo que nunca se perderá del todo, aunque internet se ha llevado a mucha gente», explica junto a su marido.