Directora del colegio público Jesús Álvarez Valdés de La Caridad (El Franco)

La Caridad (El Franco),

T. CASCUDO

La docente franquina Manuela Díaz cumple su quinto año al frente de la dirección del colegio público Jesús Álvarez Valdés, de La Caridad (El Franco), el centro en el que trabaja desde hace 23 años. El colegio abrió sus puertas en 1973 y actualmente escolariza a 180 alumnos (107 de Primaria y 73 de Infantil), atendidos por una plantilla de 21 profesionales.

-Presuma de centro. ¿Cuáles son sus puntos fuertes?

-En primer lugar hay que destacar la implicación total del profesorado y su disposición para el trabajo. Cualquier iniciativa que pueda surgir la aceptan y presentan iniciativas. Están muy implicados.

-¿La plantilla es estable?

-En los últimos años ha habido bastante cambio porque se produjeron muchas jubilaciones y hay bastante profesorado nuevo. Este curso tenemos varios interinos y esperamos que para el año que viene esas plazas se cubran con personal definitivo. La renovación es importante, que vengan aires nuevos al centro; son otras formas de ver las cosas.

-Estaba enumerando las virtudes del centro...

-También hay que destacar los proyectos que desarrollamos anualmente y sobre los que gira la vida del centro, al margen de lo estrictamente académico. Otro aspecto positivo es la jornada continua; este es el segundo curso que la tenemos y toda la comunidad educativa está satisfecha. Además, tenemos unos servicios complementarios que funcionan francamente bien, como el comedor y el transporte. En el comedor trabajamos dentro de la estrategia «Naos» y enviamos los menús a analizar periódicamente para que cumplan las recomendaciones.

-¿Se ha logrado que los niños coman mejor?

-Es difícil que el alumnado cambie sus hábitos y hay productos, como las verduras, que les cuesta comer. No es que hayamos notado una mejora excesiva, hay que estar muy encima de ellos. En general, hay de todo, niños que comen muy bien y otros que no. Se trata de mejorar, también en el tentempié del recreo, donde trabajamos para que, en vez de bollería, traigan alimentos variados como fruta y lácteos.

-Las cifras de alumnado ¿se mantienen?

-En los últimos años se ha notado un repunte bastante importante; por ejemplo, estamos teniendo cuatro grupos en Educación Infantil. Hubo un bajón hace años y llegamos a 150 alumnos pero últimamente vino gente joven a vivir al concejo y eso repercute.

-¿Cómo son los alumnos?

-No son alumnos problemáticos y no hay grandes problemas de disciplina. Aunque puede surgir algún tema puntual, se soluciona.

-¿Qué debería mejorar en el colegio?

-Se necesitan mejoras en las infraestructuras del centro. Va para los cuarenta años en funcionamiento y, aunque se hicieron obras de reparación en el interior y en las pistas, los accesos... se necesita mucho más. Haría falta carpintería nueva, arreglos de escalera, pintura, renovación de mobiliario... Otro problema es el de la cantidad de profesorado itinerante que tenemos. Son seis docentes que itineran con cuatro centros distintos y eso dificulta la coordinación. Las necesidades las tenemos más o menos cubiertas, pero hace falta una estructuración diferente.

-Los cambios sociales, ¿en qué medida obligan a adaptarse al profesorado?

-Exige adaptación, pero la verdad es que llevamos años trabajando con las nuevas tecnologías y ya todo el profesorado lo tiene superado. No obstante, es un campo que evoluciona constantemente.

-¿Son frecuentes los problemas con las redes sociales?

-A veces te llegan los problemas que vienen a través del Tuenti o del Facebook. No es muy frecuente, pero pasa y es malo de controlar. Dentro del centro no tienen acceso a las redes sociales, son cosas que ocurren en casa y, por lo tanto, debe de haber más colaboración de las familias. Por ejemplo, en el caso de los móviles no sólo no dejamos traerlos a clase, sino que en los viajes controlamos su acceso.

-¿Cuesta más captar la atención de los niños en clase?

-Hoy los niños están llenos de estímulos, no sólo por las nuevas tecnologías, sino porque viajan mucho, tienen todo tipo de actividades. Eso es difícil de canalizar en las aulas y por eso es frecuente una menor capacidad de concentración. No lo corriges a golpe de ley, es la sociedad y hay que adaptarse y tratar de hacer actividades distintas.

-¿Es frustrante para el maestro?

-A veces sí. La sociedad misma se lo pone todo muy fácil y están acostumbrados a no esforzarse por nada. Tienen falta de amor por las cosas bien hechas, se esfuerzan poco y también se les exige poco. Creo que los alumnos no tienen tanto interés por hacer las cosas bien, se ha extendido el todo vale.

-La implicación de la familia, ¿es un reto pendiente?

-Creo que sí se implican, pero falta más exigencia. No digo mano dura, pero sí marcar normas y límites y exigir su cumplimiento. Es una tarea que, al final, termina por recaer en el colegio. Los padres deben tomar conciencia de que ser padre requiere una formación y una actualización, como todo trabajo.

-¿Qué planes de futuro se fija el centro?

-Uno de ellos es la implantación total del programa bilingüe en todos los cursos de Primaria; de momento tenemos tres cursos y el próximo año habrá cuatro. Para ello necesitamos que nos asignen el profesorado necesario. El conocimiento de idiomas es positivo para los alumnos, les abre mucho la mente, tienen más capacidad de razonamiento y son más intuitivos. Los resultados están siendo buenos.

La Caridad (El Franco),

T. CASCUDO

Cada año, el colegio franquino elige un proyecto de formación que funciona como hilo conductor de todas las actividades que se programan en el centro. Este curso los docentes han decidido abrir las puertas de las aulas a los más mayores y han bautizado la iniciativa como «Cuéntame». Explica la directora, Manuela Díaz, que el objetivo de la inciativa es «trabajar con los abuelos y acercarlos al mundo escolar».

Díaz señala que las personas mayores «son transmisores de la cultura, de muchos valores, y, a veces, la sociedad no les presta la atención que merecen». El claustro de profesores quiere transmitir a los más pequeños la importancia de los mayores para que sepan que «somos lo que somos gracias a ellos».

Nada más poner un pie en el colegio franquino se localiza el rastro del proyecto «Cuéntame»: un gran mural recoge fotografías de oficios antiguos y también se ha recreado una pequeña cocina con muebles y objetos que antes componían el hogar. En las distintas estancias del centro hay otros murales temáticos sobre oficios como el de las rederas. «Tratamos de que los niños aprecien lo que tienen hoy comparándolo con lo que tuvieron sus abuelos», explica la directora. Por eso, a lo largo del curso, los escolares realizan proyectos de investigación documentándose en casa sobre cómo eran antaño las navidades o los juegos. En Carnaval el alumnado se vistió de diferentes oficios tradicionales y un grupo de abuelos visitó el centro para realizar talleres de oficios que mostraron la vida de hace décadas: talleres de redes, de labores, un cesteiro...

El proyecto «Cuéntame» también viaja con la maleta viajera del centro franquino: un maletín de libros y materiales didácticos que los niños llevan a sus casas. En su interior hay una libreta que tiene por objeto que los mayores escriban en ella cuentos, refranes e historias de antes. De momento, está funcionando muy bien.

La próxima actividad prevista será con motivo del Día del libro. Un grupo de mayores está ensayando una actuación musical que ofrecerá a todo el alumnado.

Además, los escolares están trabajando en la recopilacion de fotografías antiguas de los mayores de su casa. «Se cumple un doble objetivo porque los abuelos están más implicados en la vida del centro y los niños aprenden a valorarles más», precisa Díaz.