Una campaña electoral en exceso ruidosa. Una incertidumbre electoral como nunca se recuerda. Una cerrazón intolerable de los políticos, al no querer ver ni oír que, en su mayoría, lejos de ser la solución, forman parte del problema. Está esperando, gane quien gane, la tijera de los recortes y la lacra de un desempleo que seguirá, gobierne quien gobierne, aumentando. La candidata pepera promete combatir el paro, aunque su patrón Rajoy anunció lo contrario para el presente año. Areces, que tanto apostó por su consejero Riopedre, se acaba de atrever a hablar de su apuesta por la educación pública. No le falta cuajo. Jesús Iglesias se desvincula del caso Marea, pero IU no abandonó el Gobierno arecista cuando el escándalo estalló. Y Cascos, sin ser Unamuno, va de mitin en mitin contra éstos y aquéllos. Hartazgo ante tanta escandalera y deseo de que esto concluya pronto, a sabiendas de que el día después será resacoso. Y que a algunos les tocará trabajar. ¿Sabrán y querrán hacerlo?