Luarca (Valdés),

A. M. SERRANO

El gobierno de Valdés negocia la reapertura de la estación de autobuses de Luarca, hasta 2009 en manos de la empresa Automóviles de Luarca Sociedad Anónima (Alsa). La compañía de transporte cerró en noviembre de ese año la taquilla por falta de actividad. Ni las gestiones del anterior gobierno (del PSOE) ni la presión popular lograron que la oficina volviera a abrir al público. Desde entonces, los viajeros compran sus billetes en el propio autobús y esperan en el andén, al no existir sala de espera a cubierto.

La intención del tripartito valdesano es volver a abrir este debate y estudiar con la empresa propietaria del local si hay alguna posibilidad de que la oficina vuelva a tener actividad. El alcalde, José Modesto Vallejo, está especialmente preocupado por el sector turístico, uno de los estratégicos del concejo y con más posibilidades. La casi ausencia o el escaso transporte público operativo en la comarca hace que las rutas se reduzcan y que el turista dependa de un vehículo privado para realizar las visitas. De hecho, el gobierno cree «insuficiente» (según se explica en al plan estratégico para el sector turístico de Valdés), la apuesta del Occidente y las empresas del transporte público por este servicio. A esta situación, el ejecutivo local une la necesidad dar valor al lugar donde nació la empresa de viajeros, hoy multinacional, Alsa. La compañía empezó a operar a finales del siglo XIX en el Occidente.

Pese a ser parte de la historia local -Alsa tiene sus raíces en Valdés-, la oficina está cerrada y su estado de abandono es visible. Comunica con un bar, gestionado en la actualidad por un titular privado y que hace de oficina de facturación para la empresa.

El anterior gobierno barajó cambiar de ubicación la estación, al no existir ya oficina de atención al viajero. En 2011 estudió cuatro localizaciones: la zona alta de La Curtidora, el Barrio Nuevo y las cercanías de las dos entradas a Luarca desde Navia y desde Cudillero. El cambio de gobierno abortó esta iniciativa. El objetivo era reordenar el tráfico en el centro, hacer peatonal la calle Uría y aliviar de coches esta zona comercial.