Luarca (Valdés),

A. M. SERRANO

Hace años que se dedican a rescatar especies marinas en peligro y durante la pasada jornada de Navidad tocó una nueva salida a mar para salvar a una hembra de delfín. La rescataron del peligro, exhausta, y la devolvieron al mar con vida. «Son los mejores finales» para los animales y para todo el operativo. La Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especias Marinas (Cepesma), con sede en Luarca, tiene a más de treinta voluntarios repartidos por el Principado y todo el apoyo de Cruz Roja y la Guardia Civil para acabar con éxito los rescates. El engranaje hace posible que ejemplares en peligro, normalmente en zonas de difícil acceso, puedan sobrevivir.

El último delfín salvado fue capturado el pasado martes por una red de pesca. Del barco «lo soltaron al mar de nuevo, pero tenía heridas importantes que le impedían continuar», explica Luis Laria, coordinador de la Cepesma. «Estaba muy estresado. Tardamos media hora más y se muere», añade Laria.

La hembra de delfín es el último ejemplar de los 41 rescatados este año por la coordinadora. Se encontraba en la playa de Santa Gadea de Tapia de Casariego en peligro. «Suerte que en Asturias hay gente que siempre mira al mar», dicen. Un vecino de la zona dio la voz de alarma a las dos de la tarde, tras percatarse de los escasos movimientos del animal durante tres horas. En lo que va de año, la coordinadora atendió casi medio centenar varamientos en la costa asturiana: 11 delfines listados (tres vivos); 14 delfines comunes (dos vivos); cuatro delfines mulares (uno vivo); un delfín gris, cuatro calderones comunes, dos cachalotes pigmeos (vivos dos); dos marsopas; dos rorcual aliblanco; una tortuga laúd y dos focas grises.

La mitad de estos varamientos se produjeron por enredos en artes de pesca; un 10 por ciento tiene su origen en la ingesta de plásticos por parte del animal; y el resto, por patologías varias.

Cepesma atendió además a tres ejemplares de tiburón duende, tres calamares gigantes. Y destaca como «peculiar» el varamiento de dos cachalotes pigmeos en tres días. «Uno de los factores más importantes para salvar vidas marinas es el equipamiento», explica Laria.

Enrique Pérez, patrón de Cruz Roja en Luarca, es otro de los eslabones que hace posible este trabajo. El pasado martes y siempre que se produce un suceso de estas características, la lancha de Cruz Roja en Luarca está disponible. Para hacer bien su trabajo la Cepesma necesita una unidad móvil de rescate y cuatro grupos de voluntariado de acción inmediata. En la actualidad, hay presencia en Tapia de Casariego, Gijón, Ribadesella y Luarca.

La coordinadora está muy satisfecha con la colaboración ciudadana. En los años noventa, «apenas había conciencia» en el respeto al mar y los rescates. Ahora, las cosas han cambiado e incluso la colaboración de los pescadores, que a veces son el origen de los varamientos por las artes de pesca que utilizan, «no se pone en duda».

El grupo busca ahora nuevas caras y gente dispuesta a trabajar en rescates, cada vez más numerosos en la costa asturiana. Los interesados deben ponerse en contacto con la organización. La entidad sin ánimo de lucro se encargará de impartir un curso de atención inmediata y manejo de especies varadas con ejemplares muertos y vivos.

Para salvar al último delfín tapiego fue necesario adentrarse nadando más de 150 metros, acercarlo a la arena de la playa; y dirigirlo a Luarca por carretera con escolta de la Guardia Civil. Allí esperaba la embarcación de Cruz Roja. El equipo soltó el ejemplar a 1,5 millas del puerto luarqués y esperó a ver qué hacía y cómo se alejaba. Tras horas de estrés, «ese es el mejor momento», dice el voluntario Pablo Martínez, de Luarca.