El pueblo de Mallecina de Salas es conocido en toda Asturias por su gran feria anual de San Pedro, a la que vienen tratantes vascos con sus faltriqueras repletas de billetes para comprar los mejores bueyes que haya a la venta y destinarlos al arrastre de piedras. Con la reconversión ganadera promovida por Bruselas y que trajo como consecuencia el cese de actividad de todas aquellas ganaderías que no tenían más de media docena de vacas, este núcleo salense se quedó sin su principal recurso económico hasta tal punto que de cuatro bares que llegaron a funcionar muy aceptablemente todos ellos ya no queda ninguno, y sí, en cambio, alcanzó una buena producción la fábrica de embutidos de La Venta que suministra chorizos y morcillas -de las que no se repiten a la hora de la digestión tal es su calidad- por una amplia comarca de varios concejos.

Pero Mallecina no se ha quedado dormida en los laureles de un pasado en el que Casa Carallo era el restaurante y fonda del que todo el mundo hablaba bien y el centro de operaciones de Autos Mallecina estaba precisamente a pie del complejo hostelero. Este fin de semana se inaugura precisamente en la antigua Casa Carallo, debidamente rehabilitada y acondicionada una residencia geriátrica que lleva el nombre de San Pedro con capacidad para veinticinco residentes y que supone la creación de un número de puestos de trabajo que para un pueblo como Mallecina es de suma importancia.

Y en Valderrodero, núcleo perteneciente a Mallecina, se han retomado los trabajos de explotación de su mina de magnesita, que en la década de los cincuenta daba empleo a decenas de operarios, incluidos los transportistas que bajaban el mineral en sus camiones hasta el puerto de San Esteban de Pravia. Este yacimiento pasó por diversas etapas y llevaba largos años inactivo. Pero llegaron hombres y máquinas, prepararon la explotación, ya se extrae magnesita y hace unos días comenzó a molturarse el mineral a pie de bocamina para su envío posterior, también por carretera, a la factoría correspondiente lejos de Asturias.

Se ofrece el caso curioso de que al no existir bares ni en Mallecina ni tampoco en La Arquera, pueblo cercano al anterior donde venía funcionando con éxito el restaurante Casa Manolo -que se vende o se alquila en estos días-, los operarios de la magnesita han tenido que buscar el avituallamiento de mediodía en Al Son del Indiano de Malleza y el día de descanso semanal de éste se tienen que desplazar hasta Salas para poder comer. Pero este déficit hostelero de la comarca se puede solucionar si hay alguien con iniciativa y ganas de trabajar, y así se conseguirá un equilibrio entre el desarrollo que está teniendo este pueblo y el sector servicios. Lo más relevante es que en Mallecina se han creado en poco tiempo una treintena de puestos de trabajo, entre directos e inducidos -mina y residencia geriátrica-, donde no había nada.