Pilotuerto (Tineo),

Pepe RODRÍGUEZ

La tercera reunión de los mineros de las empresas subcontratadas de Unión Minera del Norte (Uminsa) en Pilotuerto, Tineo, con los abogados de sus contratadores terminó como las dos anteriores: sin acuerdo y con los trabajadores en el paro a resultas del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de extinción. Aparte del daño económico, los empleados de las subcontratas sufren un enorme descontento por el trato que reciben, tanto en las negociaciones con la empresa como en la repercusión pública de su situación.

Estos mineros son mayoría en el pozo, 65 frente a los 58 que están contratados directamente por la empresa Uminsa. Es algo común en las expotaciones del empresario leonés Victorino Alonso, dueño de Uminsa. Por poner el ejemplo más cercano, en el pozo de Coto Minero Cantábrico (CMC) en Cerredo (Degaña) los empleados de empresas subcontratadas eran unos 300 frente a los 260 contratados «oficiales» de la empresa matriz.

La peculiaridad de estos trabajadores es que tienen unas condiciones de trabajo peores que las de sus compañeros. Tienen turnos de trabajo de nueve horas y media, en la propia mina, y un salario inferior. Son los grandes olvidados y, con lo difícil que se ha puesto la cosa para todos los trabajadores del sector, temen que saldrán perdiendo de todas todas.

Los mineros de las subcontratas de Pilotuerto pasan estos días en la mina junto a sus compañeros. Pero no trabajando. Hacen turnos de ocho horas para mantener el pozo cerrado e impedir que haya actividad alguna en la explotación y están hartos de la situación. No quieren hablar con nombres y apellidos, pues temen, más que nadie, las represalias del empresario.

«En el plan del carbón de los años 2006 a 2012 se decía que la empresa tenía que contratar a los trabajadores de las subcontratas para suplir a los prejubilados, y ya ves que nada de nada. Estamos peor aún que en el año 2006, sin expectativas de futuro. Somos los grandes olvidados del sector de la minería y me parece que aquí no hay ningún futuro».

Otro compañero, que también requiere el anonimato para hablar, explica: «Antes de aplicar el ERE nos plantearon una rebaja del 27% del salario y pasar a trabajar diez horas y media. ¡Diez horas y media en la mina! Y trabajar un sábado sí y otro no. Es una auténtica vergüenza que se plantee siquiera, en los tiempos que estamos quieren volver a la esclavitud».

Durante la redacción del último plan del carbón se habló de una cantidad de puestos de trabajo a crear por parte de las empresas para. De ellos, los sindicatos entienden que se «deben» unos 500, que nunca se llegaron a crear. En opinión de los trabajadores subcontratados, la mayoría de esos 500 empleos tendrían que haber sido para ellos.

«Nosotros nos sentimos como monedas de cambio en las negociaciones, se habla de nosotros pero seguimos en las mismas circunstancias, desamparados», concluye uno de estos subcontratados.

José Manuel Pedraza, del comité de empresa de Uminsa en Pilotuerto, confirma este extremo y añade: «Yo he llegado a escuchar en las negociaciones frases del tipo "como nos toques los huevos con las sucontratas los despedimos". Los usan como monedas de cambio en la negociación, sí».

De entre todos los mineros del Suroccidente, los empleados por las llamadas subcontratas son los que peor lo tienen, y los que más abandonados se sienten. Además, son mayoría. Sus condiciones de trabajo son peores, más exigentes, cobran menos dinero, y los derechos adquiridos en protección social no pueden compararse a los de los mineros contratados por la empresa matriz.

Además, sienten que son el patito feo de las negociaciones, y se sienten enterrados en el pozo.