El deseo de la ya fallecida Josefina Sierra de que el negocio familiar, el restaurante Casa Fernando, situado en Ballota, en Cudillero, siguiese adelante por fin se ha cumplido. La tercera generación, su hijo Miguel Ángel Alonso y su esposa, Beatriz Tenreiro, recogen el testigo empresarial. Y eso que en el último año, además de la pérdida de Sierra, han encajado un duro golpe: un accidente de tráfico dejó parapléjico al joven en junio de 2012. Pero esa circunstancia no impide que arranquen con fuerza y con las ideas claras: «lo que tenemos que hacer es continuar con esta tradición sabiendo adaptarnos a las nuevas situaciones, manteniendo siempre la calidad y el servicio por encima de todo», afirma Alonso.

Casa Fernando fue fundada en 1945 como bar y peluquería por Fernando Alonso y su esposa Leonor. En 1997, su hijo Fernando y su mujer, Josefina Sierra, dieron un nuevo impulso al negocio. El año pasado, a punto de jubilarse, Fernando perdió a su mujer y, además, su hijo sufrió el accidente, por lo que cerró las puertas del negocio. Tras varios meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, Miguel Ángel y Beatriz decidieron ponerse al frente de Casa Fernando.

Aunque reconocen que en los primeros meses tras el accidente habían abandonado las ganas de continuar, el deseo de Josefina les hizo cambiar de idea. «La disciplina y fortaleza, tanto física como mental, que me ha dado el deporte creo que ha sido fundamental», detalla Alonso. La pareja de hosteleros practica triatlón y duatlón; de hecho, Tenreiro es campeona del mundo de esta disciplina. Y ella también tira de lo suyo, pues tiene una enfermedad degenerativa a la que pone freno con el deporte. La actividad física es la pasión compartida de los dos jóvenes. Alonso espera con muchas ganas que pronto lleguen su nueva bici adaptada y su silla de atletismo.

Juntos han abierto de nuevo Casa Fernando para alegría de los clientes de toda la vida y de los peregrinos que hacen un receso en el Camino. Para Fernando Alonso, ahora que está jubilado y se dedica a «labores de mantenimiento», ver a su hijo y a su nuera al frente del negocio es «un orgullo porque, además, la gente me dice que está en buenas manos».