¿Quién no ha tenido algún deseo? ¿Cuántos se han cumplido? Pues yo sé de una persona que ha logrado uno muy importante para él. Se trata del joyero Lucas Santiago.

Hace unos años tenía la aspiración de tener su propio "workshow" -así, en inglés, y no lo hace por pedantería-. Lucas Santiago quería crear un "espacio interactivo entre el creador, la obra y el espectador".

Tras dos años trabajando sobre el espacio el resultado final es mucho más que un taller de joyería, es más que una sala de exposiciones e incluso es más que un lugar donde vivir. Es todo eso y más. Es el lugar donde Lucas Santiago idea sus joyas, las medita, las realiza y, desde ahora, donde puede compartir su universo con otros artistas joyeros y amigos.

El ambiente es cálido, acogedor, nada sobrecargado. Tiene todo lo necesario, ni más ni menos. Es una isla donde el artista reflexiona, es su refugio.

Las joyas que Lucas realiza no son fruto de la improvisación o de una idea del momento. Nada más alejado de la realidad: "el concepto por delante de la utilidad". No se necesita más explicación.

Tras estos dos años de sequía expositiva, regresa con más ilusión. Se le nota satisfecho.

Ahora nos muestra, en su "worskshow", catorce piezas -colgantes - que reúne bajo el título de Exposición de Objetos Portables "Recolectores/Collectors" que puede visitarse hasta el 20 de septiembre en Tineo.

Las obras de Lucas Santiago te pueden gustar a golpe de vista y lo que es seguro: nunca quedarás impasible cuando él te las narra. Y es que este joyero tinetense tiene una historia que contar en cada exposición. Y no una historia cualquiera.

"Recolectores/Collectors" puede resumirse, de forma simplona, en la evolución desde los recolectores a los coleccionistas, pero me quedaría corto. Muy corto.

Desde unas piezas sencillas, esquemáticas, que ha denominado Maniegos -y que no son otra cosa que unas herramientas- va adentrándose en el proceso evolutivo del ser humano. Cada pieza contiene en sí un avance en el desarrollo humano y su tecnología, pero sin abandonar la simbología de cada uno de esos elementos.

Poco a poco, al igual que la evolución tecnológica, Lucas Santiago avanza en la sofisticación de cada una de las joyas. La alegoría va adquiriendo más importancia hasta llegar a los recolectores de fe, donde la religión tiene su espacio, al igual que lo tiene en el mundo de las ideas. Todo este devenir se cierra con un colgante que titula "h2o", como sí Lucas Santiago hubiese llegado a la conclusión de que al fin y al cabo la vida es un eterno círculo.

Lucas define lo que él hace como joyería rural contemporánea, y lo es. Los materiales de sus joyas son los que él mismo busca y encuentra en los montes, en el mar, en la tierra. Los metales preciosos están presentes pero nunca son lo más importante: "el valor económico no te puede penalizar el conceptual, el sentimental". Y no es una frase vacía. Lo demuestra, una vez más, con los materiales que utiliza en esta exposición: tejo, hueso, hilo, concha natural, ébano, plata oxidada?

Quienes adquieren una obra de Lucas Santiago lo hacen por su estética, sin duda, pero no se trata sólo de un objeto bonito. Son joyas con una historia cargada de ideas, de sentimientos a los que las hábiles manos de su creador han dado forma. Las obras de Lucas son joyas pero podrían ser esculturas, hermosas esculturas convertidas en joyas.