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Oneta repara el tejado de la iglesia para atajar las humedades

"La sacristía y la zona de la tribuna están muy afectadas", asegura el párroco, que agradece la colaboración vecinal

Juan Luis Monzón señala una de las humedades en la sacristía. G. GARCÍA

La comunidad parroquial de Oneta, en Villayón, se encuentra inmersa en un ambicioso proyecto de renovación de su templo. Hartos de las humedades, que afectaban gravemente a la salud del edificio, los vecinos, el párroco y el Arzobispado han unido sus voluntades para renovar la cubierta de la nave y ayudar así a que recobre su esplendor. "Las obras eran muy reclamadas por los vecinos, debido a las humedades que iban apareciendo en la cubierta y que afectaban a la sacristía y a la parte de la tribuna", explica el párroco, Juan Luis Monzón.

El tejado es una de las partes más afectadas, y es donde desde hace unos días se trabaja a conciencia para recuperar la integridad del inmueble. "Se había producido un proceso de envejecimiento y deterioro de la pizarra, e incluso en algunos puntos, de hundimiento", apunta el sacerdote, que para acometer estos trabajos ha contado con la supervisión del departamento de obras del Arzobispado. La actuación permitirá consolidar la estructura de madera de castaño, renovar la ripia, instalando una de tres centímetros de grosor, y prevenir filtraciones, gracias a una tela especial impermeable.

Los obreros también retirarán un casetón cerca del campanario, que era fuente continua de humedades, y recuperarán los "cruceiros", elementos típicos de las construcciones religiosas del Occidente. "Debido a que hay zonas que están afectadas por las humedades, y a los años que lleva sin pintarse, le daremos, además, un pequeño repaso a este tema", puntualiza Monzón, muy satisfecho por la puesta en marcha de la actuación.

La obra ha sido subvencionada, en parte, por el Arzobispado de Oviedo, que ha aportado 11.000 euros de ayuda. El resto, hasta los 40.000 euros presupuestados, corre a cargo de las arcas parroquiales, sumadas a una pequeña ayuda municipal y a las aportaciones económicas de los feligreses. De no ejecutarse esta mejora, la humedad acabaría dañando gravemente la estructura del templo.

La iglesia, que data de principios del siglo XVIII, se clasifica como de cabecera cuadrangular. En los primeros años, fue hijuela de la parroquia de Villayón, hasta que tomó entidad parroquial propia en el siglo XIX.

En la actualidad, la iglesia de Santa María de Oneta es punto de peregrinación para una gran cantidad de fieles de la comarca, que celebran la fiesta cada 9 de septiembre.

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