Alan se convirtió el pasado diciembre en el primer menor transexual de Cataluña que logró que el DNI reconociese su identidad masculina. Sin embargo, pocas semanas después, la víspera de Navidad, decidió suicidarse harto del acoso al que le sometía su entorno. Su madre dijo tras su fallecimiento que el de Alan había sido un "crimen social", consecuencia del acoso que padecen las personas que son diferentes. Su caso está siendo analizado concienzudamente estos días en los institutos Galileo Galilei de Navia, Elisa y Luis Villamil de Vegadeo y Marqués de Casariego de Tapia, pues es uno de los tres temas elegidos para el tercer encuentro "Bioética en las aulas. Aprendiendo a decidir".

Los alumnos de 4º C del instituto tapiego están volcados con el caso de Alan y de momento hay consenso en que "todo el mundo tiene derecho a ser lo que quiera ser", tal y como explica Andrea González. Lo que genera más controversia es si los cambios de sexo deberían estar o no cubiertos por la Seguridad Social. González argumenta que no, al igual que no se cubren otras necesidades como la salud dental. Sin embargo, su compañera de pupitre, Lucía Romo, cree que "no se trata de un capricho, sino de algo natural que no se puede evitar".

El próximo 7 de abril expondrán el caso en el auditorio de Tapia y las conclusiones del trabajo efectuado durante seis sesiones de trabajo en el aula. El docente que coordina a los tapiegos, Farruco Graña, explica que han trabajado en varias áreas como es la investigación del aspecto legal, el enfoque estadístico, a través de una serie de encuestas que están realizando en su entorno para chequear la opinión sobre los casos de debate, y el enfoque moral. Idéntico procedimiento se ha seguido en los otros dos temas sometidos a debate: la atención sanitaria a inmigrantes sin papeles y la muerte digna. Este año además, por primera vez, se plantean los debates a partir de tres casos reales de personas ya fallecidas. Los promotores del encuentro consideran que poniendo nombre a los casos se visibiliza mejor el problema.

Graña explica que el encuentro es una experiencia muy buena para los jóvenes, sobre todo por que les obliga a hablar en público y a enfrentarse a un auditorio lleno. También porque les ha permitido aprender a debatir e intercambiar posturas, algo con lo que se van a enfrentar de manera cotidiana en la vida adulta: "En un equipo de trabajo siempre van a tener que defender una posición y así aprender a tomar decisiones de forma consensuada y de alguna manera a ceder para buscar ese punto de encuentro". Añade el docente que "se trata de que aprendan a debatir". Los estudiantes, por su parte, están nerviosos, pero satisfechos porque se les dé la posibilidad de "expresar" su opinión, según expone Sergio Cotarelo.

El Comité de Ética del Área Sanitaria I impulsa esta propuesta, que se desarrollará el día 7 el auditorio de Tapia entre las nueve y media de la mañana y las dos menos cuarto de la tarde. El encuentro estará abierto al público.