La red de programas de voluntariado del Noroccidente celebró ayer en Tapia su décimo encuentro anual, un acto que sirvió para hacer un balance positivo del camino recorrido y también para poner sobre la mesa los retos pendientes. Entre ellos, destacó la responsable del Centro de Voluntariado de Fundación Edes, Laura López Santamarina, está la incorporación de más hombres y gente joven en general.

Esta profesional asegura no tener "ninguna certeza" de por qué el voluntariado no logra atraer a más jóvenes, aunque tiene más pistas al respecto de la escasa presencia masculina: "La mayoría de los proyectos tienen que ver con el cuidado de las personas y esa es una tarea que tradicionalmente ha estado muy feminizada". Pero los retos pendientes no ensombrecen la trayectoria de la red de voluntariado, que engloba en la actualidad a doce proyectos y más de setenta personas participantes.

Para López Santamarina, encuentros como el de ayer son importantes porque fortalecen y enriquecen la red: "La experiencia de cada proyecto aporta siempre algo a los demás". También ayuda a las personas voluntarias a no sentirse solas en su labor altruista y necesaria: "Las personas voluntarias reciben siempre una parte de reconocimiento y otra de crítica porque se piensa que el que es voluntario no tiene nada más que hacer cuando suele ocurrir al contrario, ya que hablamos de personas muy activas. Por eso, encuentros como este les hace sentirse mejor porque es un debate que aquí está superado".

Por encima de todo, esta reunión anual sirvió para dar las gracias a cada persona por su tiempo en beneficio de los demás y por su fuerte compromiso con la sociedad en la que viven. Sin embargo, los voluntarios dicen que son ellos los que deben dar las gracias por esta oportunidad. Es el caso de la valdesana Finita Turnes que, a sus 70 años, lleva un lustro como voluntaria de la residencia Hospital Asilo de Luarca. "Me aporta mucha vida. Cuando me quedé viuda el voluntariado me sirvió como terapia y recomiendo a todo el mundo que lo pruebe, que no se quede en casa", indica, al tiempo que precisa que su labor en la residencia es la de "entretener, no compadecer".

Entre los más jóvenes figura Joice Kelly Fernández, que lleva dos años y media de voluntaria en Fundación Edes: "El mundo del voluntariado te puede aportar mucho y te enseña a crecer como persona".