María Luisa Villanueva recuerda muy bien cómo eran antaño las fiestas de Navia. Los gigantes y cabezudos en la víspera, la procesión de la Virgen de la Barca ría arriba, bendiciendo a todo el pueblo, o las familias, el día de San Roque, llevando las empanadas a cocer en el horno de las panaderías. También la jira cuando se hacía frente a Las Aceñas. "Había que cruzar el río en barca para llegar", evoca Villanueva, fiel a los festejos.
JULIO GONZÁLEZ | Profesor