Al santuario del Viso (Salas) se sube por devoción y por tradición. Y ayer, además, con gran esfuerzo dado el gran calor que hizo durante toda la jornada. La pasión por la talla de Nuestra Señora se volvió a demostrar en el campo de la ermita donde se concentraron muchos fieles para asistir a misa, aunque repartidos por las sombras que ofrecían los árboles y los paraguas y gorros que llevaron para soportar el intenso sol. La fiesta culminó con la tradicional romería campestre, animada por charangas y gaitas.

Desde primera hora de la mañana los fieles inician la subida a pie o en coche. El pueblo de Salas cumple así con la novena, devolviendo la talla a su lugar habitual. Y según indican, la Virgen les devuelve en favores sus peticiones. "Pedimos todo lo que podemos y lo cierto es que ella es muy cumplidora", señaló María Paz Fernández, a lo que su amiga Josefina Fernández añadió: "Con que nos dé salud, es suficiente".

Los salenses y personas llegadas desde otros puntos de Asturias procesionaron con la imagen hasta la ermita, donde se ofició una misa campestre en medio de altas temperaturas y que fue cantada por la coral "Villa de Salas". Cada uno buscó un rincón a la sombra o un techo donde guarecerse. "Desde aquí no oigo nada de lo que dice el cura pero no me muevo porque me dan los siete males", dijo Servanda García.

Nada impide a los fieles cumplir con la tradición y allí permanecieron en silencio escuchando las palabras del prelado sobre la misericordia divina. Tras la misa, los devotos acudieron en masa a tocar la talla y santiguarse frente a ella, al tiempo que encendieron velas para pedirle a la Virgen. "Yo vengo por tradición, porque soy de Salas pero muchas personas no son de aquí pero lo que pasa es que el que viene, repite", aseguró Dorita Arias. La verdad es que "visero" se nace. Carmen Pérez y Carla Cano acudieron a la romería del Viso con sus embarazos de 5 y 6 meses "porque se es visero desde el bombo", comentó Laura Fernández sobre sus amigas, a quienes les pintaron simpáticos mensajes en las barrigas como "soy visero y qué?!". "Llevamos 32 años viniendo al Viso y este año, aunque embarazadas, también", añadió Pérez.

El prao de la fiesta, a unos dos kilómetros del santuario, congregó a los romeros dispuestos a disfrutar de una buena comida campestre y la fiesta posterior, animada por la charanga "Picante" y la banda de gaitas "Aires de Valdés". Tortillas, empanadas, filetes y las típicas viandas festivas no faltaron. Los más atrevidos apostaron por un bollo relleno de ensaladilla rusa en sustitución del bollo de cachopo, que el año pasado les quedó "algo seco", puntualizó José Manuel Fernández Grana.

"Esta es la fiesta de los salenses, para comer en familia y con amigos", comentó Ana Fuertes. Dando de comer y previendo todo estaba Rosa Álvarez, rodeada de sus nietos. "Comemos por turnos, primero los niños que siempre tienen hambre antes y yo, que voy comiendo lo que ellos dejan, y luego vienen los padres", explicó. La mayor de sus nietos, Laura Pérez, aseguró que "visero" se nace: "Me lo transmitieron desde pequeña y es una fiesta para juntarnos toda la familia".

Ahora, en Salas preparan las fiestas del Bollo, que comenzarán pasado mañana con el pregón que ofrecerá el economista salense Juan Velarde.